Capítulo 5: Cicatriz de luto perpetuo. Pt2.

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Por ti, Wei Ying. 

Capítulo 5: Cicatriz de luto perpetuo. Parte 2. 

Los médicos vacilaron brevemente ante la presencia poderosa de Lan WangJi junto al niño, pero al ver que no parecía dispuesto a interferir en su deber, procedieron rápidamente a comenzar con el exámen del pequeño.

Dado que la cama se encontraba en el extremo derecho del Jingshi, al sentarse WangJi junto a esta les dio inintencionalmente la espalda a su hermano y a su tío, que aún seguían en las mismas posiciones. Esto permitió que Lan XiChen tuviera un vistazo de sus heridas, que no habían sido tratadas desde aquella noche que se fugó al monte Luanzang. Rápidamente, preso de la preocupación al ver la sangre seca que brillaba en la tela de la túnica, XiChen se acercó a él.

—WangJi, tus heridas...

—No importa. —El menor de los jades sacudió su cabeza.

Lan XiChen profirió un suspiro hondo, comprendiendo de inmediato lo que WangJi quería decir en realidad; que no prestaría atención a las propias heridas de su cuerpo hasta que el niño fuese tratado y pudiera saber a ciencia cierta qué sucedía con él. No obstante, XiChen tampoco iba a rendirse fácilmente. Se volteó hacia uno de los médicos tratantes y le pidió con voz suave:

—Por favor, asegúrense de revisar sus heridas en cuanto se termine con el niño.

Luego de dar esta petición, Lan XiChen colocó una mano sobre el hombro de WangJi, con el toque ligero de una pluma. Al segundo siguiente, la energía espiritual comenzó a fluir entre sus cuerpos, siendo el menor de los jades el recipiente de ella.

Tomado con la guardia baja, Lan WangJi alzó la mirada hacia él.

—Xiongzhang...

—Silencio. —Su hermano le frunció el ceño—. Has estado dándole de tu energía al niño durante días. Déjame hacer lo mismo por ti hoy. También lo necesitas.

Entonces, todos se mantuvieron atentos al examen del pequeño A-Yuan, quién aún conservaba aquel color rojizo furioso en su diminuto rostro y era víctima de una serie de estremecimientos que le sacudían suavemente el cuerpo. Las gotas de sudor corrían por los costados de su cabeza, provocando que la enorme cinta de Lan WangJi se deslizara repetidas veces por su frente. WangJi se la acomodó en cada ocasión con infinita paciencia. Ante esto, el ceño de Lan QiRen se frunció en profundidad, captando de inmediato el significado tras aquella acción pero, afortunadamente, no musitó ni media palabra en protesta.

El diagnóstico de los médicos, luego de casi media hora, era en parte lo que esperaba Lan WangJi. Debido a que el débil cuerpo de A-Yuan había sido expuesto a un ambiente peligroso, en donde sus pulmones habían ingerido una cantidad considerable de humo a causa del fuego y sus extremidades habían sido víctimas de una extrema rigidez por estar encogidas durante tanto tiempo, le llevaría por lo menos unas semanas sanar en el ámbito físico por completo, en lo que sus pulmones se desintoxicaban, sus huesos volvían a recuperar el ritmo de crecimiento y su cuerpo luchaba contra las toxinas ajenas con fiebre y terciana. Su salud mental, por otro lado, era el punto más importante en cuanto a su condición. Los médicos sostenían que una enorme conmoción, seguramente dada por su experiencia en el monte Luanzang, era la razón por la que el niño llevaba días inconsciente y sin ser capaz de reaccionar a cualquier estímulo externo. Seguramente su subconsciente lo retenía en aquel estado en un intento de protegerse a sí mismo.

Al escuchar esto último, el corazón de Lan WangJi se encogió sobre sí mismo en completo dolor. Su mente bailó en un sinfín de escenarios posibles a los que el pobre A-Yuan debió haberse enfrentado, todos más horribles que los anteriores.

Por ti, Wei Ying.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora