Capítulo 6: Promesa silenciosa.

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Por ti, Wei Ying.

Capítulo 6: Promesa silenciosa.

Cuando abrió los ojos al día siguiente, Lan WangJi tuvo un severo dilema al dictaminar qué parte de sí mismo dolía más; si su alma, o su cuerpo.

Estaba recostado en una suave superficie mullida que se le hizo muy familiar y que generalmente era muy cómoda, pero al momento en que abrió los ojos comenzó a dar vueltas vertiginosas a su alrededor a tal punto de hacerlo sentir gravemente mareado. Además, estaba ese amargor profundo en su boca que parecía bajar por su garganta con cada respiración honda que daba, lo que empeoraba el revoltijo incómodo que era su estómago en aquellos momentos.

Sin embargo, todo aquel malestar físico, que eran consecuencias del alcohol pero él desconocía aquel detalle, pasó a segundo plano cuando, al removerse en la cama, sintió un potente ardor en su pecho que le abrasaba la piel en una poderosa ola de dolor. Quedó conmocionado. Era en su pecho, justo en el sitio sobre su corazón destrozado. Sorprendido por este inesperado y poderoso sentir, un quejido bajo y suave se escapó por sus labios. Al mismo tiempo, sin pensar llevó los dedos hacia el lugar que punzaba en protesta... pero los alejó con un siseo bajo su aliento. Aquella parte de su pecho estaba tan sensible que ni siquiera podía rozarla con la yema de los dedos.

A un lado suyo, un largo suspiro se escuchó.

—Has despertado.

WangJi volteó lentamente, apretando los labios en una mueca fina cuando su cabeza protestó con el movimiento.

Lan XiChen estaba sentado a un lado de la cama. Su apariencia sorprendió de sobremanera a WangJi. Lucía... un tanto demacrado y muy, muy cansado. Profundas y oscuras bolsas descansaban bajo sus ojos claros, dándole un aspecto bastante fuera de lo común a su rostro usualmente sereno, grácil y lleno de vida.

Al bajar la mirada, WangJi se percató que en las manos de su hermano descansaba una especie de manta pequeña teñida en rojo furioso y junto a sus pies yacía una enorme fuente con agua. 

Agua que estaba mezclada con sangre espesa.

Con un parpadeo de asombro, WangJi observó aquellos dos objetos llenos de sangre y luego el rostro evidentemente embargado de preocupación de su hermano. Repitió el accionar un par de veces, aún incapaz de conectar los hechos en su cabeza para comprender qué había sucedido.

Al ver la mirada confusa en sus ojos claros, Lan XiChen soltó un profundo suspiro y sacudió levemente la cabeza.

—Supongo que no recuerdas nada... —masculló, echando una mirada a algo detrás de él.

WangJi siguió su mirada. Entonces sus ojos cayeron sobre la jarra de Sonrisa del Emperador que yacía volcada sobre la mesa en el anexo del Jingshi, goteando y escurriendo para llegar al piso. Su aroma parecía estar impregnado en las cuatro paredes de la habitación, haciendo que el estómago de WangJi se retorciera en protesta y las náuseas se agolparon en su garganta irritada.

Bastó aquel sólo vistazo a la jarra para que WangJi finalmente encajara las piezas en su cabeza. Los recuerdos de la noche anterior, antes de verter aquel brebaje en su boca, llegaron lentamente a su mente aún media confusa y desorientada. Se le contrajo ligeramente el rostro al recordar el poder de su sufrimiento y como este lo había ahogado al punto de empujarlo a actuar en completa desesperación y angustia por primera vez en su vida.

Cerrando fuertemente los ojos, dejó caer la cabeza sobre su almohada nuevamente.

Se sentía... Ni siquiera podía determinar exactamente cómo se sentía. Estaba hecho un desastre, tanto por dentro como por fuera. No era de extrañar que su hermano luciera tan preocupado en su nombre. Después de todo, ¿qué tanto había hecho la noche anterior, llevado por su suplicio? No quería imaginarlo siquiera.

Por ti, Wei Ying.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora