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JUNE WATSON PARECÍA UNA DE las chicas más felices de todo Hollywood. La joven cantante había conseguido un nombre en el mundo de la música con sólo 21 años.
A la vista de todos, era alegre, generosa y agradecida, sobre todo con sus fans, que la querían más que nada y la tenían en un altar como si fuera una reina. Pero la realidad no era esa.
La sonrisa que tanto deslumbraba de la morena sólo se iluminaba con el brillo de las cámaras, no estaba satisfecha con nada y le daba la sensación de que nunca tendría suficiente para sentirse feliz con ella misma.
Sí, le encantaba que la gente gritara su nombre cuando pasaba por una alfombra roja o fuera a verla a un concierto, sin embargo, le daba la sensación de que estaban gritándole a una June Watson diferente, a una que sólo aparecía en los eventos sociales o los conciertos.
Estaba una vez más en una de esas reuniones que su inútil agente organizaba en un local de moda para encontrarle alguien para ser su pareja falsa. June no quería un novio que sólo se interesara por ella delante de una cámara, ella quería alguien que la amara de verdad.
La cantante estaba de brazos cruzados, apoyada en su asiento y con el ceño fruncido, mirando con asco al chico que tenía delante, el que supuestamente tenía que ser su novio. No era feo, tenía unos ojos azules bonitos y el pelo castaño que llevaba peinado a la perfección.
Pero ahí se acababa lo bueno. Había empezado a hablar en el momento en que se sentó a la mesa y todo lo que June escuchaba eran tonterías. Así que hizo lo que mejor se le daba, mandarle miradas asesinas.
En algún punto de la conversación, la chica se levantó de la silla y tiró hacia abajo su vestido negro.
－¿Dónde te crees que vas?－preguntó Nolan, su agente.
－A mear, ¿o tampoco puedo hacer eso?－los otros tres hombres se quedaron mirándola y ella simplemente rodó los ojos y salió de allí.
Una vez en las calles, pudo ver como se iluminaban las pantallas de Times Square. La zona estaba plagada de gente que salía de restaurantes, teatros y tiendas con prisas. Adoraba Nueva York.
Paseó por allí, admirando con detenimiento todas y cada una de las pantallas tan características de la plaza, y los carteles de Broadway, con actores que ella había crecido admirando.
La caminata de June se vio interrumpida por un chico con el pelo rubio, los ojos azules e increíblemente alto. Su móvil cayó al suelo y ella se agachó para recogerlo, mientras murmuraba un lo siento.
