Capítulo 4

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Jaelyne

Presiono con fuerza el mango de la espada, la levanto en una sola acción y la muevo con toda mi energía, para golpear una y otra vez a ese maldito muñeco de entrenamiento. Le pego en varias ocasiones seguidas y queda más feo de lo que ya es.

Muere, muere, muere.

Ya cansada bajo la espada y me refriego los ojos. Suelto el arma, dejándola en el suelo. Camino hasta un banco largo y me siento ahí. Tomo el pañuelo y me limpio la cara de tanto llorar.

Estúpido, Kael.

Luego de toda esa adrenalina, al fin pude descargar mi ira. Me duele tanto que no haya confiado en mí, así que por momentos termino por recordar ese día y su mirada llena de odio. Fue la última vez que hablamos, no merece ni que piense en él, pero me es imposible.

Después de mucho tiempo, confiar en una persona y que te lastime de esa manera, es lo peor.

Todavía no puedo creer estar en el Reino del Cielo, mucho menos que el mensaje del maldito halcón haya llegado a la reina y no a Askar. No sé si alegrarme o no, puesto que ella hizo que atendieran rápido a Rebecca y curarán a Rojito, pero no me olvido del día en que me tiró a esa pileta llena de sanguijuelas.

Me agarran escalofríos de solo pensarlo.

—¡Jaelyne! —Alzo la cabeza al ver venir a Irina, que se presentó como la Belleza del Cielo —¿Cómo estás? ¿Estás mejor? —Sonríe de manera amplia.

—Con una reina como la que tienen, no creo —Bufo.

—¡¿Por qué?! —expresa con esa característica infantil que me doy cuenta que va con su personalidad.

Ahora que me fijo bien, ya no está vestida de Amazonas o Valkiria, o como sea que se vestía. Lleva un kimono lila y su cabello es castaño otra vez, además de estar suelto. Parece más normal y adorable ahora, le queda.

—Porque es mala —le respondo sobre su reina.

Alza su dedo índice.

—Yo creo fielmente en que las malas personas pueden convertirse en buenas.

—Qué inocente eres, eres todo lo contrario a mí que no confío en nadie.

—¿Por qué? —Une sus manos —¡Seamos amigas!

Me levanto de mi asiento.

—Me basta con Rebecca, gracias. Es en la única que puedo confiar —expreso determinante.

Me mira atenta y lo acepta.

—Está bien —Me sonríe.

—¿Eres... —Me lo pienso.

—¡Positiva! —declara muy alegre —Sé que un día seremos amigas. Pareces genial —expresa tímida lo último.

—¿Gracias? —digo confundida.

Se ríe.

—De nada —Me agarra del brazo —¡Vamos a conocer a mi prometido! —Me lleva sin preguntarme siquiera.

Indignación.

—Bueno, bueno, cálmate —le digo a medida que avanzamos.

—¡Ahí está!

Señala el gran comedor donde hay una mesa, no a lo largo como el Reino de los Desiertos, sino pegada rodeando toda las paredes.

—¿Quién? —Alzo una ceja.

—¡Allí! —Mueve el brazo.

Veo al pelirrojo comiendo pollo muy animado, como todo un animal ¡Cómo le gusta el pollo a ese chico! Demasiado.

—¡¿Askar?! —Me sorprendo y hago puchero —No vale, acabas de destruir mi shipp —refiriéndome a Askar con Rebecca.

—¿Tú qué? —Me observa confundida.

—Nada, cosas de mi mundo —Bufo.

Aunque ya no sé si es mi mundo, necesito recuperar mi runa. Espero que siga en la habitación de Kael, o estaré perdida.

Belleza del Océano #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora