Capítulo 38

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Rebecca

Askar abre los ojos y le sonrío, entonces él hace lo mismo. Se escucha un ruido, así que me levanto del banco en el que estoy. El pelirrojo se inclina en la cama, pero evito que se levante.

—Iré a revisar, quédate aquí —le indico.

No le queda otra que aceptar mi sugerencia, aunque refunfuña, ya que su orgullo de guerrero está herido, más que sus lesiones físicas.

Al salir de la casa, veo a Fared a unos metros, este guarda mi collar en su ropa, demostrando cómo me encontró, luego se acerca a mí, sacando otro objeto que tira al suelo con brusquedad.

El artefacto.

—¿Te crees lista? Pero no más que yo —expresa con furia, una que se le nota en los ojos, una mirada llena de resentimiento y odio.

Sonrío.

—Pero viniste, ¿no? —me burlo.

Desenvaina su espada mientras se acerca, así que frunzo el ceño. No me da tiempo a reaccionar, que toma mi cuello y me empuja hacia la pared. Siento el choque duro contra el concreto, entonces mi espalda la resiente. Abro los ojos despacio, ya que los había cerrado por el impacto. Su mirada de odio sigue ahí. Noto el filo de su espada en mi garganta.

—No te metas con Irina, o me vas a conocer enojado y no me quieres conocer de esa manera —expresa con furia y luego sonríe—, sino pregúntale a Jacky.

Entrecierro los ojos y tomo su muñeca forcejeando.

—No me amenaces.

Mis ojos brillan, pero antes de que pueda hacer algo, me empuja, tirándome con brusquedad al suelo, así que caigo en la dura arena. Fared se me queda observando, desde la posición en la que estaba, baja su espada y me apunta con esta, mientras sigo en el piso.

—Ambos sabemos que ese artefacto es un peligro. —Observa a mi lado que es donde está el objeto y vuelve a verme—. No tienes conciencia de lo que haces, Belleza del Océano, piénsalo bien.

Frunzo el ceño mientras me levanto y él no deja apuntarme.

—No tengo por qué darte explicaciones a ti, tú no sabes nada —espeto. 

Sonríe de lado.

—Sé más de lo que crees, incluso más que tú, más que las estúpidas sacerdotisas que te enseñaron y sobre todo... —Se gira y visualizo venir a Askar—. Más que él.

Mierda.

El pelirrojo sonríe.

—¿Viniste a cobrar nuestra batalla pendiente? Vas a perder —juguetea.

Fared ni se inmuta.

—Su alteza. —Hace una reverencia—. Estaba esperándolo para contarle una historia —dice tranquilo y luego se gira hacia mí—. ¿Pero acaso me compete? La maldición de unas diosas y una profecía no es mi asunto, ¿no?

Entrecierro los ojos.

—Cállate —digo calmada, pero dentro de mi ser estoy bastante tensa.

El rubio vuelve a mirar a Askar.

—¿Algunas vez les contó porque Jacky no siente el sofoco? —Alza una ceja—. O mejor aún ¿Cuál es el porqué de tus pesadillas? —Regresa a mirarme—. ¿Y bien Rebecca? ¿Estás segura de que no sé nada?

—¿Cómo es que tú...

Se baja parte de su yukata, mostrando un enorme tatuaje, el cual llega desde su pectoral hasta parte de su abdomen.

Mierda, el culto de las diosas.

Belleza del Océano #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora