Capítulo 33

558 92 25
                                    

Jaelyne

Toco un cartel de "se busca" pegado en un poste y Wash se carcajea.

—Si que no saben pintar —se burla.

—Han pasado días desde que huimos —me quejo—. Te vas a quedar sin plata para las posadas y nos vamos a morir de hambre. Deja de haraganear y haz algo productivo.

Se ríe otra vez.

—Pareces una esposa con tantos pedidos.

—No seas imbécil. —Pongo mis manos en la cintura—. Este pueblo parece que no tiene fin y todavía no encontramos a tu gente.

—Es el más grande del desierto. No te preocupes, muñeca, es solo que no tenemos la posición exacta del lugar. Recuerda que nos separamos del resto, porque los guardias nos seguían.

—Lo sé, lo sé —repito y bufo—. Ya me lo dijiste.

—Es que no me crees.

Me cruzo de brazos.

—¿Quién te cree a ti?

—Yo nunca te he mentido, Jacky —expresa con esa extrema tranquilidad que da escalofríos—. Siempre he ido de frente contigo, no podemos decir lo mismo de Kael —se burla.

—Tú eres igual de tóxico que Kael y tu mayor mentira es que no eres Wash.

—¿Quién dijo que no me llamo Wash? —Se carcajea.

Frunzo el ceño.

—Eres Fared, a Wash lo inventaste.

—Soy ambos. —Unas venas se forman en su cara y luego desaparecen, pero su rostro no cambia—. Solo me limité a esperar que me preguntarás, nunca te lo negué.

Tengo una sensación fea.

—Pues... pues...

—¿Tienes miedo? —Da unos pasos hacia mí, bajo mis manos temerosa y retrocedo—. Es normal.

—¡Claro que no! —me quejo nerviosa—. Además, pues... ¿Puedes cambiar a algo más? —pregunto curiosa y se ríe.

—No, soy un híbrido, aunque podría si me inyectan una de sus pociones milagrosas con sus asquerosos experimentos —exclama con odio.

—¿Lo... ¿Lo han hecho?

Sonríe de lado.

—Sí, así es, y puedo asegurar que duele como la muerte, deseas estar muerto, sobre todo cuando eres un niño pequeño.

—¿Te burlas de tu propia desgracia?

—No tengo tiempo para llorar. —Se gira y comienza a caminar, así que lo sigo—. Entendí que hay cosas más importantes.

—Llorar no es malo.

—Cada uno ve lo que quiere ver, más si los demás te lo incrustan en la cabeza.

—Wash, no eres un monstruo por lo que eres, eres uno por lo que haces, así que no dejes que los demás hagan de ti lo que quieran.

—Ya es tarde. —Suspira.

—¡Nunca es tarde para cambiar! —me quejo—. Además, ayudaste a esas personas.

—Era algo que debía hacer.

—¿Qué te llevó a eso?

—La poca empatía que me queda —dice serio y luego se ríe—. Y el odio que tengo por los humanos. Irónico que también tenga un poco de esa sangre. Así que Andur jamás podría haberme convencido.

Bufo.

—Se ve que no se puede razonar contigo.

Se detiene y se gira a mirarme, entonces yo hago lo mismo.

—No somos tan diferentes, Jacky, a ti también te han maltratado, solo que tú intentas sobrevivir y yo destruir, son dos extremos que no deberían ser opciones, pero aun así existen.

—Las persona que quiero son mi fuerza para seguir, Rebecca es mi fuerza ahora y yo misma lo soy, así que estás equivocado, yo ya no deseo sobrevivir, ansio vivir.

—Interesante —dice serio.

Nuestra conversación acaba y seguimos camino. Se oyen unos caballos y nos ocultamos detrás de la pared de una casa. Me paralizo cuando lo veo, es Kael y tiene mi collar, está brillando.

Mierda, no puedo moverme. No importa, esperaré a que Wash decida el siguiente movimiento. Solo deseo que no quiera que nos acompañe ¿Qué estoy diciendo? Ellos se odian, aunque de todas formas no me apetece ni pensar en hablar con él, podría hasta golpearlo para que no me pronuncie palabras.

Estoy tan nerviosa, maldita sea.

Belleza del Océano #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora