Capítulo Diecinueve

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Pero Samuel estaba ahí, sorprendido por verla, en su lugar, en ese lugar que era suyo, que era de los dos, ¿qué hacía Andrea ahí? Se preguntó en silencio, mientras la escuchaba sollozar, parecía que el alma se le estaba saliendo del cuerpo, él tenía una lucha interna por abrazarla, rodearla con sus brazos y apretarla a su cuerpo, o echarla de su empresa, ¿Qué demonios hacía esa mujer ahí?...

Andrea – necesitaba tanto estar aquí –comentó como si hubiera escuchado su pregunta– necesitaba recordar todo lo que viví aquí –comentó para ella misma, sin saber que alguien más la escuchaba, creyendo que esa voz había sido producto de su imaginación, del anhelo que tenía por escucharlo, por saber que él todavía la amaba y que había anhelado tanto como ella reencontrarse en ese lugar–

Samuel – vivimos... –la voz se le cortó, Andrea se giró sorprendida, lo tenía frente a ella, no había imaginado su voz, era él–

Andrea – Samuel... –susurró en un hilo de voz– yo... –intentó acercarse pero él dio un paso atrás–

Samuel – vivimos una mentira –continúo la frase que no había podido terminar– todo fue una mentira –hablaba a través del dolor– ¡¿Qué haces aquí!? –Comentó con rabia, la miró de pies a cabeza con desprecio–

Andrea – a pesar de todo te amé –él sonrió negando, sus palabras le causaba mayor repulsión–

Samuel – te creí, fuiste una estupenda actriz –dio un par de aplausos– te lo juro, que hiciste un gran trabajo

Andrea – ¿trabajo? No... –la interrumpió–

Samuel – aún no entendí, cuál era tu plan, no entendí del todo tu estafa, lo único que entendí que solo actuaste, que me engatusaste con esa bondad, con esa humildad, tu sencillez me sorprendió, creí que eras una mujer diferente, pensé que había caído en mi propia trampa, pero no, tú eras la tramposa, yo simplemente confíe una vez más en quién no debía

Andrea – ¿de qué estafa hablas? Todo empezó aquí, por casualidad, nunca planee nada, siempre supe que era algo pasajero por ti, y tú miedo a demostrar lo que sentías, el problema siempre fuiste tú

Samuel – ¡cómo te atreves! A echarme a mí la culpa, cuando tú te largaste, cuando no diste la cara, cuando jugaste conmigo, me estafaste con tu amor, porque nunca me amaste

Andrea – ¡que no te amé! Dices que no te amé, cuando te di todo de mí, Samuel estaba dispuesta a dar la vida por ti, si así me lo pedías –él soltó una fuerte carcajada– pero veo que la única idiota que se enamoró fui yo

Samuel – ahora te vas a ser la víctima –la miró con rabia– me vas a decir que todos estos años no han sido fácil, porque solo pensabas en mí –el dolor lo estaba cegando– ¡eres una maldita mentirosa! –Espeto en su rostro, Andrea no pudo aguantar ni un insulto más, con determinación alzó la mano para estrellarla sobre su mejilla, pero él fue más rápido– antes solo hubieras alzado la mano para intentar acariciarme –de nuevo sus palabras estaban envueltas de ironía, ella lo sintió como una burla–

Andrea – sabes que ¡vete al diablo! –Se encontraba molesta– esto ha sido la mayor estupidez que he hecho –intentó pasar a un lado de él, pero él la tomó de la cintura– ¡suéltame!

Samuel – por fin te quitaste la careta, y te estás mostrando tal cual eres, una estafadora –Andrea forcejeo para que él la soltara, pero las intenciones de Samuel eran otras, y sin que ella pudiera soltarse, él la tomó de la nuca y la besó con rabia–

Andrea – ¡auch! –Gritó empujándolo con todas sus fuerzas, lo observó a los ojos y pudo ver en ellos reflejados odio, rencor, un sinfín de sentimientos negativos, y le dolió– ¡eres un animal! –Se tocó el labio, observándose sangre–

Estafa de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora