Capítulo veintidós

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Irina lo observó furiosa, Flavio la tenía tomado de la mano, mientras la pequeña observaba a Flavio con miedo, no entendía que lo que ese hombre trataba era de evitar que su madre la lastimará, aunque para ser honesto ella nunca lastimaría a su hija, para Irina Yamileth era lo más importante que tenía en la vida, y por miedo a perderla, o a compartirla es que estaba perdiendo los estribos.

Irina – pero ¡quién te crees tú! –Lo encaró, Flavio no bajó la guardia- ¡Suéltame! Gritó fuera de sí, la pequeña se asustó, se aferró a las piernas de su madre muerta de miedo–

Sofía – por dios –se colocó a la altura de la pequeña– se pueden calmar los dos –extendió sus brazos, haciendo que la pequeña se aventará a ellos– tranquila mi amor

Yami – no quiero que lastimen a mi mamá, pero no me quiero ir –Flavio sintió culpa por reaccionar así–

Flavio – ey –se acercó a la pequeña con ternura, colocándose a su altura– no le iba a hacer ningún daño a tu mami, es sólo que no me gusta que traten a los niños así –Irina los observaba, sentía que él corazón se le quería salir del pecho–

Yami – pero ella no es mala –comentó mientras sollozaba–

Flavio – lo sé –acarició su mejilla limpiando sus lágrimas– no llores por favor

Yami – por mi culpa, le gritaste a mi mamá –una vez más rompió en llanto–

Irina – no fue tu culpa cielo –se inclinó tomando a su pequeña en brazos– te juro que nada de esto es tu culpa mi amor –la pequeña se aferró a su madre, Flavio las observó sintiendo un dolor fuerte en su pecho–

Flavio – Yami porque no vas a jugar un rato más con Said y Arturito, mientras tú madre y yo platicamos –la pequeña negó, aferrándose más al cuerpo de su madre–

Yami – ya me quiero ir –Andrea observaba la escena, queriendo entender lo que Flavio pretendía–

Irina – es lo mejor cariño –le dio una mirada a Samuel– nos vemos en la casa

Samuel – te llevó –Irina negó–

Irina – no es necesario –suspiró– tú tienes algo que solucionar –observó a Said–

Sin despedirse de nadie más, ni de la misma Sofía salió con su hija en brazos, sentía que las piernas le temblaban, que el corazón se le quería salir del pecho, las cosas se estaban complicando, Flavio no era tonto, y sabía hacer cuentas, la forma en la que defendió a la pequeña, Irina sabía que el sospechaba y eso la tenía aterrorizada.

Andrea no se sentía diferente a Irina, el solo observar cómo Samuel veía al pequeño, le daba a entender que al menos dudaba que era el padre de Said, y aunque ese era el motivo de su viaje, no dejaba de sentir pánico, por la reacción de Samuel, después de todo Samuel era un hombre poderoso, y ella se fue, sin darle una sola explicación.

Andrea – Said, creo que es momento de irnos

Said – pero mamá, por favor no, este lugar es divertido

Arturo – tú mamá tiene razón, les prometo venir oro día

Arturito – otro día, cómo mañana –Sofía sonrió al escucharlo–

Andrea – no exactamente, ahora despídanse

Said – un gusto conocerte Samuel, y espero que otro día Yami se pueda quedar más tiempo

Samuel – claro campeón –con ternura acarició su cabello– te prometo que otro día podrán jugar más tiempo

Arturito – un gusto señor Samuel –Samuel sonrió–

Estafa de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora