CAPITULO TREINTA Y CINCO

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Capítulo treinta y cinco

El beso se dio de una manera dulce, despacio movían sus labios, con cada roce su cuerpo reaccionaba, con delicadeza el colocó su mano en la cintura de la rubia y ella enredo sus dedos en sus rulos, él sonrió al sentir como acariciaba su pelo y ella se dejó llevar por todo lo que ese beso le estaba provocando, quizás no era el momento, a lo mejor ese beso no iba a cambiar nada entre ellos, Flavio aun tenia que decidir que hacer con su vida, e Irina tenía claro que no iba a intervenir en sus decisiones, pero no podía evitar sentir tanto con tan poco, ese beso la estaba llevando a tocar las estrellas, lo amaba y eso no había cambiado, lentamente ella se separó del beso sintiéndose confundida por todas esas emociones que generó en su cuerpo, pero sobre todo por todo lo que su mente decía.

Flavio – yo... –la rubia no lo dejó terminar la frase–

Irina – no debió pasar, tú tienes muchas cosas aún que aclarar y yo creo que esto pasara solo...

Flavio – yo quiero a leonora –la rubia lo observó con sus ojos cristalizados– intenté en estos años, ser lo más sincero y real para ella, intenté que entre nosotros no hubiera mentiras, muchos menos secretos, creí que esa indecisión de ser madre, era por miedo, pero que sintiendo mi apoyo, que yo siempre iba a estar ahí... -Irina subió su mano para quitar una lágrima que escurría por su mejilla, las palabras de él le estaban doliendo en el alma– pero otra vez, no fue suficiente –ella frunció el ceño– otra vez mis planes y los de la mujer que quería no eran iguales

Irina – quizás porque no se los preguntaste, o peor aún porque no la escuchaste –él la observó– quizás simplemente ella no quería tener hijos, no era su momento Flavio, no la puedes juzgar por querer algo distinto a lo tuyo

Flavio – intentó entenderla, ¿y tú porque lo hiciste? –esa pregunta la tomó por sorpresa–

Irina – yo... –guardó silencio intentando encontrar las palabras adecuadas para responder– intenté cambiar mis sueños por ti, me planteé otros ñ, solo para que pudieras estar en mi vida –los ojos de los dos se encontraban cristalizados–

Flavio – creo que no fui claro con la pregunta, porque me privaste de mi hija –la forma en la que lo dijo desestabilizó a la rubia– porque no permitiste que... –su voz se quebró, tenía demasiado dolor en su alma para poder hablar–

Irina – ya te lo había dicho, perdóname por no reaccionar de otra forma, estaba dolida, enojada...

Flavio – si yo ahorita agarro a Yamileth y me la llevo lejos de ti por cinco años... –la rubia lo observó sorprendida– cuando regrese tú me vas a perdonar –Irina negó–

Irina – te buscó hasta debajo de las piedras, cuando te encuentre te mato –él solo imaginarse que algo así pudiera pasar la hizo enfurecer– entiendo que estés enojado, te oculte que tenias una hija, pero caray Flavio, tú tampoco me buscaste, si Sofía no hubiera organizado este encuentro de Samuel y Andrea, tú seguirías feliz con tu vida y yo con mi hija sin saber nada de ti, no todo ha sido mi culpa

Flavio – ¿Por qué te iba a buscar, sino sabia de la existencia de mi hija? –Irina sonrió con amargura–

Irina – exacto, ¿cómo porque me ibas a buscar? –se miraron, los dos estaban molestos, solo que ella tenía un sentimiento más mezclándose con la amargura y era la decepción– hablaré con el abogado para que realice los tramites que sean necesarios para que la niña lleve tu apellido –él asintió– si te vas a ir del país, solo avísame para que busque la forma de decírselo a mi hija

Flavio – nuestra hija –recalcó– quiero decírselo yo –Irina asintió– ¿puedo recogerla en el colegio? –la rubia suspiró con pesar–

Irina – por ahora no puedes –él la miro molesto– recogerla en la escuela porque hay un tramite administrativo para que te la entreguen, es por seguridad de los niños –él asintió– mira, pasó yo por ella y te la traigo y la puedes llevar a comer, ella también quiere pasar tiempo contigo

Estafa de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora