Tiempo

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Palabra del día: Time/ Tiempo

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—¿Me aceptará?

Miraba por milésima vez la cajita en sus manos. En todo este tiempo, estaba seguro de cual sería su siguiente jugada, el siguiente paso a la vida que ambos jóvenes deseaban.

En los vastos jardines del gran palacio, una prohibida unión había sido dada; ninguno de los dos pudo controlar sus sentimiento por el otro y, aunque al principio lo negaron, la felicidad los embargó al saberse correspondidos.

Había pasado casi un año desde la confesión, príncipe y guerrera se veían constantemente ya sea en reuniones políticas o en entrenamiento de defensa personal. No había día que no se vieran y se extrañaran con locura al saber que su relación jamás sería bien vista.

El joven recordaba con cariño el día que se habían conocido; ella era una niña de diez años en ese entonces, acogida por su tío Luke Skywalker, un gran caballero, como su aprendiza. La diferencia de edades era muy notoria entre ambos, pero eso no fue impedimento para la curiosidad que crecía de uno sobre el otro.

Ben había quedado fascinado cuando la vio blandir la espada por primera vez, con esos iris avellana ardiendo en determinación y valentía. Desde ese día supo que tenía algo especial, algo atrayente y no se equivocó. Por otro lado, Rey no pudo evitar caer en los encantos del príncipe; con su personalidad reservada, que la invitaba a conocerlo más, y su gran habilidad en la escritura, que la sorprendía día a día al ver como este se desenvolvía.

Se habían enamorado perdidamente, e incapaces de seguir separados se reunirían una vez más en el precioso prado que consideraban un lugar secreto para dar rienda suelta de su amor.

—¡Ben, cariño, por fin te veo!

La melodiosa voz de su amada lo sacó de su ensimismamiento, obligándose a girar sobre sus talones dispuesto a recibirla con un fuerte abrazo.

Sin las hombreras plateadas que siempre portaba, su túnica blanca intacta y su largo cabello castaño, la hacían lucir más hermosa de lo que ya era ante sus ojos, ninguna otra joven se le comparaba.

—¡Rey, qué alegría! No importa que tanto tiempo espere, siempre valdrá la pena ver tus ojos y tu radiante sonrisa —alagó.

La chica se aferró más a él y lo tomó de las mejillas para regalarle un beso cargado en rebosante cariño; para ella no había nadie más importante, no porque era un príncipe sino porque en él encontró lo que alguna vez deseó, alguien que la entendiera y que pudiera sanar las heridas que su pasado había marcado en su alma. En él tenía un amigo, un cómplice y un amante.

—Oh Ben, no tienes que esperar más. Aquí estoy y no me iré jamás —dijo muy segura.

—No lo dudo, cariño.

Repentinamente, el alto muchacho se separó y le tomó de las manos para guiarla colina arriba.

—¿Qué es todo esto?

En la cima, un mantel y una cesta yacían sobre la hierba, mientras el ocaso caía abriendo paso a la profundidad del cielo estrellado; Rey quedó sorprendida y Ben sonrió al haber cumplido con su cometido.

—Un pequeño gesto, nada más.

Rieron un poco y sus miradas se volvieron a encontrar; era algo común en ellos hacerlo, perderse en las orbes ajenas y deleitarse con las emociones que estas reflejaban, las palabras sobraban cuando se miraban, se decían todo y a la vez nada.

—Necesito preguntar algo...

La joven calló, esperando que él hablara; pero grande fue su sorpresa al verlo hincarse en una rodilla frente suyo. Llevó una mano a su espalda y sacó una cajita negra para luego enseñarle su contenido.

—Oh fuerza... ¿acaso es...?

—Rey, cariño, ¿te casarías conmigo?

Pequeñas lágrimas resbalaban por sus mejillas, sus manos temblaban y sentía que sus piernas en cualquier momento le fallarían. Ben, en cambio, la miraba con expectante nerviosismo, si no respondía seguramente sería él quien caería.

—¡Sí, sí, claro que sí! 

Sin previo aviso, Rey se le abalanzó y lo abrazó repartiendo múltiples besos por su rostro; el muchacho no podía estar más feliz, la cargó por la cintura y dio vueltas con ella mientras ambos reían por lo dichosos que eran.

—Pero ¿y tus padres? ¿qué dirá el Consejo? —preguntó una vez que la bajó.

—Eso no importa, juntos nada podrá pararnos —nuevamente la besó, sellando así una promesa de amor que nunca rompería.

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Hello mis queridos amigos, he vuelto.

Tengo algo con los AU, la verdad no lo sé, no lo puedo evitar... Aún así les muestro mi trabajo y espero les gusto como a mi. :)

Se despide Solana. Adiós.

►Díada◄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora