Capítulo 05

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(26 de Marzo del 2020)

Mundo: «423,000»

¡No!

Negó rápidamente, no podía creer lo que la propia ONU le este mandando algo tan... imposible.

—No te estoy preguntando, Rusia —dijo con un semblante serio como casi siempre—. Solo será hasta que tengan la cura, nada más.

¡Pero no puedo hacerlo! —contestó al otro lado de la pantalla totalmente indignado—. Cof, cof... me estás poniendo en riesgo con un país con mucho más contagiados que yo en la misma maldita casa, ¿estás consciente de eso?

—Te lo vuelvo a repetir, es hasta que hallen la cura, y si, estoy consciente de ello pero sé que eres lo suficientemente maduro para que te cuides a ti y a alguien de tu casi mismo nivel, ¡tengo a otros países que atender junto a OMS!

Sé que estás viajando a cada territorio afectado sin hacerlo público, pero siguiendo con mi queja, yo ya tengo suficiente con mis cifras de Covid-19 en mi territorio y tengo un gran papeleo que hacer de acuerdo con el toque de queda junto a la cuarentena.

(Rusia: 658 casos)

—Ay, Jesús Santoooo... —ONU cubrió su cara con sus manos y soltó un grito ahogado, se quitó las manos del rostro sacudiéndolas para desestresarse de alguna manera y las posicionó en la mesa algo fuerte.

Por un momento el ruso pensó que se movía su escritorio por "causa" del movimiento de la organización.

—Yo podría enviar a la contraparte de OMS a cuidarlo, pero está en Asia viendo la salud de algunos países como Japón y Corea del Norte y la original está en China —argumentó, el ruso iba a hablar pero fue interrumpido—; por más que quisiera cuidar a mi principal progenitor, no puedo porque estoy en territorio italiano supervisando las cosas y cuidándome a mi mismo también, justo ahorita me ves con guantes y mascarilla médica.

Confirmo eso.

—Reitero, eres lo suficientemente maduro como para cuidarte a ti y a Estados Unidos, con el pasar de los días tal vez y puedan mejorar su comunicación de insultos y amenazas de bombardeo a escondidas a... no sé... ¿amistad? —alzó los hombros sin nada más que decir.

Lograrás la paz entre nosotros cuando las representaciones de los países se mueran definitivamente, ONU —soltó el euroasiático mirando unos papeles en su idioma para luego firmarlos.

—No diré nada al respecto, ¿estás ahora en la capital? —habló mientras marcaba un número en su teléfono.

Ahora ahora estoy en la ciudad de Dudinka —firmó otro papel sin mirar al de piel celeste.

—¡¿Dudinka?!

¿Algún problema?

—Nada, nada... —presionó el botón verde y colocó su teléfono en la oreja—, ¿hola? Si, perdón por lo de la otra vez... ajá... recójelo en Dudinka porque se le antojó estar allá... ¡Eso mismo le dije!... Bueno, ahí te ves, lávate las manos —cortó.

¿Y? —el ruso levantó la mirada dejando sus papeles firmados a otro lado.

—Mi contraparte te va a recoger.

Lo que me faltaba... —solo suspiró pesadamente.

—Rusia, no eres como los latinos que ahora estarán peleando por oxígeno —dijo con algo de obviedad pero sin bromear—, peleas por una idiotez que es solo visitar a tu compañero de trabajo político.

Dame razones por las cuales debo ir yo.

ONU alzó las cejas con sorpresa sin cambiar su expresión seria, vaya que el ruso era insistente, igual que su padre.

—¿Y si te las envío por inbox?

(...)

Al parecer le envío cinco biblias enteras por lo largo que era el mensaje.

Rusia creyó que se tomó todo el tiempo del mundo para enviarle razones e incluso contraargumentos por si las moscas sabiendo que tiene que ir a todo el mundo literalmente para revisar si sus presidentes están haciendo lo establecido con el mandato de la cuarentena.

Tiene ciertas sospechas rondando en su mente mientras que colocaba su traje de seguridad en su maleta de rueditas, Putin en cierta parte era un hombre misterioso y eso no le agradaba para nada y menos con casi 20 años en el poder, más encima de haber escuchado la posible influencia en la UE por medio de "ayuda" hacia el país italiano.

Odiaba a su dictador.

—¿A dónde vas, hermanito? —preguntó una chica con la misma bandera en su rostro.

—Trabajo —dijo secamente, no quería hablar de eso y no hablaría.

—Pero si en estos momentos no se puede salir —el tono de voz de la chica se volvió demandante—, te conozco, ya dime la verdad.

—No quiero empezar una pelea Naskva y de verdad no quiero tener una.

—Pero... ¿qué tanto te cuesta responder a una simple maldita pregunta?

—¡No quiero que lo sepas, ¿okey?!

—¡¡Si es con ese enfermo del norteamericano se lo diré a Vladimir!! —exclamó obviamente enojada, ¿Rusia y Estados Unidos? ¡Ja! No dejaría que su hermano se "contagiara" de esa enfermedad.

—¿Cuándo dejarás de pensar que USA es un enfermo? —agarró su maleta y fue directo a la puerta con mascarilla puesta.

—¿Y tú cuando pensarás que ser homosexual no es normal?

—¡¡Ya me hartaste, cállate de una PUTA VEZ!! ¡¿QUIERES?!

Completamente enojado, salió del recinto y cerró la puerta con toda la furia que acumuló por una maldita insistencia.

La gente se asustó por el portazo pero volvió a lo suyo en cuestión de segundos.

La violencia doméstica era para ellos algo irreparable.

(Y pues... muchas gracias por el apoyo que le dan a esta historia y a las otras, ¡enserio los amo con todo mi corazón!)

Infectado de Amor [RusAme]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora