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"the dementor"
A la mañana siguiente, Tom, el portero, despertó a Mer, sonriendo como de costumbre con su boca desdentada y llevándole una taza de té. Mer se vistió, y trataba de meter todos sus libros en su baúl cuando Ron abrió de golpe la puerta y entró enfadado, poniéndose la camisa acompañado de Harry, que bostezaba.
-Cuanto antes subamos al tren, mejor -dijo-. Por lo menos en Hogwarts puedo alejarme de Percy. Ahora me acusa de haber manchado de té su foto de Penelope Clearwater. -Ron hizo una mueca-. Ya saben, su novia. Ha ocultado la cara bajo el marco porque su nariz ha quedado manchada...
Mer rió. Recordó como la noche anterior los gemelos estuvieron molestando al hermano mayor de Ron, Percy, que había sido elegido premio anual y que no encontraba su insignia. Descubrieron luego que los gemelos la habían modificado para que en vez de decir Premio Anual, dijera Premio Asnal.
-Tengo algo que contarles-comenzó Harry, pero lo interrumpieron Fred y George, que se asomaron a la habitación para felicitar a Ron por haber vuelto a enfadar a Percy.
Bajaron a desayunar y encontraron al señor Weasley, que leía la primera página de El Profeta con el entrecejo fruncido, y a la señora Weasley, que hablaba a Ginny y a Hermione de un filtro amoroso que había hecho de joven. Las tres se reían con risa floja.
-¿Qué nos ibas a contar? -preguntó Mer a Harry cuando se sentaron.
-Más tarde -murmuró Harry, al mismo tiempo que Percy irrumpí a en el comedor.
Con el ajetreo de la partida, Harry tampoco tuvo tiempo de hablar con ninguno. Todos estaban muy ocupados bajando los baúles por la estrecha escalera del Caldero Chorreante y apilándolos en la puerta, con Hedwig y Hermes, la lechuza de Percy, encaramadas en sus jaulas. Al lado de los baúles había un pequeño cesto de mimbre que bufaba ruidosamente.
-Vale, Crookshanks -susurró Hermione a través del mimbre-, te dejaré salir en el tren.
-No lo harás -dijo Ron terminantemente-. ¿Y la pobre Scabbers?
Se señaló el bolsillo del pecho, donde un bulto revelaba que Scabbers estaba allí acurrucada. El señor Weasley, que había aguardado fuera a los coches del Ministerio, se asomó al interior.
-Aquí están -anunció-. Vamos, Harry.
El señor Weasley condujo a Harry a través del corto trecho de acera hasta el primero de los dos coches antiguos de color verde oscuro, los dos conducidos por brujos de mirada furtiva con uniforme de terciopelo verde esmeralda.
