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"snape's resentment"
-¡Mer!
Merope no quiso volverse ante el llamado de su nombre. Su mente estaba en blanco, funcionaba por si sola y aunque aún había una pequeña voz en su cabeza diciéndole que parase, que se detuviera y pensara con calma, sus piernas no dejaban de moverse.
El partido ya había acabado, Gryffindor había ganado y no se necesitaba la presencia de Mer en el campo así que no le importó salir corriendo en el momento en el que sus ojos cayeron en aquellas figuras.
El frío, la sensación de tristeza, la oscuridad que envolvía a aquellas cosas. Mer recordó estar en el vagón del Expreso Hogwarts ese primero de Septiembre; recordó la sensación de la tristeza infinita bañar su pequeño cuerpo. Como si la felicidad se hubiera extinguido.
Mer no se consideraba ni cobarde no valiente. Creía que era una combinación de ambas, sabía cuándo defenderse pero también sabía torcer su brazo y aceptar que había situaciones dónde simplemente la respuesta más correcta era huir.
Esta era una de esas veces.
Corrió con la escoba en la mano y si no supiera que estaba prohibido usarla en los pasillos de la escuela, la hubiera usado. Pero la pequeña voz fue fuerte al decirle que tampoco había que romper las reglas. Si, estaba asustada, pero no iba a ser expulsada.
Llegó a la Torre de Astronomía dónde sus piernas cedieron y se dejó caer en la entrada. Jadeó en busca de oxígeno y sus garganta ardió por la falta de agua. Se limpió el sudor frío que bajaba por su rostro con la túnica y dejó la escoba a sus pies. Se llevó las rodillas al pecho y escondió el rostro allí.
Los dementores posiblemente eran la única cosa que Merope temía a sus cortos 12 años. Era una niña y si, tal vez actuaba muy madura para su edad. Pero en el fondo seguía siendo una niña de 12 años, le tenía a la oscuridad cuando era más pequeña, le tenía al océano. Y ahora esas cosas ocupaban un puesto mayor en lo que a Merope temía.
No era que le temiera a las criaturas. Si, eran feas con ganas pero tampoco para ser algo de pesadilla.
Le tenía a la sensación que desprendía la mera presencia de los seres. Había leído sobre ellos y entendía porque su latente pánico al tenerlos frente a ella.
La creciente sensación de tristeza, soledad, pánico y miedo era lo que a Merope le daba horror.
Merope no se consideraba una persona feliz. Ella no creía que nadie era genuinamente feliz en esta vida y si lo era, era mentirosa también. Mer no era una persona feliz ni por asomo, y aunque siempre demostrará ser fuerte, la realidad era diferente.
Merope Granger daba la impresión de ser fuerte y capaz. Orgullosa y confiada. Y si lo era. Pero también dudaba mucho, pensaba mucho las cosas, a veces no sentía que era suficiente, y aunque sabía perfectamente que no era su intención, la responsable de que ella se sintiera así era su hermana.
