Golpeada

322 37 6
                                    


No puedo creer que esté haciendo esto. ¿Qué está pasando contigo? Tú ni siquiera eres así, Elsa Cold. Tengo días con la duda taladrándome la cabeza y aunque averigüe la verdad eso no solucionará nada y ni siquiera entiendo que iba a ganar con esto. Creo que debí consultarlo con Mérida antes.

No he vuelto a hablar con Anna y ella tampoco ha intentado hablar conmigo, lo cual es raro porque ella siempre se apresura para solucionar las cosas. No debería preocuparme si la quiero lejos. Sin embargo, estoy parada como una estúpida en el pasillo de la escuela esperando a que Kristoff termine de hablar con sus amigos. Quiero preguntarle si esta enterado de que Anna sabe que estuvimos hablando los dos.

Una vez que Kristoff despidió a sus amigos se giró para abrir su casillero. Aproveché ese momento para acercarme a él. Me paré justo a su lado pero me quedé muda sin saber que hacer y Kristoff no se había dado cuenta de mi presencia porque tenia la cabeza dentro del casillero. Mi primer pensamiento fue darle un golpecito en la espalda con mi mano pero mi cuerpo no reaccionaba. ¿Que pasa si Anna nos veía? Lo que menos quería era una discusión como la que habíamos tenido unos días atrás. Cuando por fin me decido a actuar, Kristoff había cerrado el casillero y se había dado cuenta de mi presencia.

-¡Elsa!...¿Como estás?- saludó alegre y muy emocionado, más emocionado de lo que yo esperaba y me lo demostró dándome un fuerte pero amistoso golpe en la espalda que me movió un poco hacia adelante y por poco me hace escupir un pulmón.

Debo admitirlo, me sorprende lo bien que caigo a este tipo.

-Hola- saludé. Creo que debo esforzarme un poco más, Kristoff ponía su mejor voluntad y yo soy demasiado rígida -. Todo en orden- acomodé mi mochila sobre mi hombro- ¿Y tú cómo estás?

-Perfecto, solo algo atareado con la escuela y cansado con los entrenamientos.

-Ya veo... Oye, necesito hablar contigo... si es que puedes.

-Claro ¿Acerca de qué?

-Bueno...

Miré hacia ambos lados y alrededor de donde estábamos, nadie parecía darse cuenta de que estábamos hablando, o al menos yo no alcazaba a ver a alguien que tuviera los ojos sobre nosotros. No me siento cómoda con tanta gente y tampoco quiero que Anna nos vea. 

-¿Crees que podamos hablar en otro lugar?... Donde no haya mucha gente.

-¿Te avergüenza hablar conmigo en publico?- preguntó y parecía deprimido por eso.

-¡No!...- me apresuré a responder mientras movía mis manos y lo miraba algo nerviosa- son solo cosas mías. Me caes bien- solo te envidio por ser el novio de Anna-, es que me será más fácil hablar si estamos solos.

-¡Oh!... si, si... entiendo, perdona no quise hacerte sentir mal- parecía sincero y avergonzado-. Ve a la chancha de basquet del gimnasio después de la próxima clase. No habrá nadie así que podremos hablar sin que nos molesten.

-Esta bien, te veo ahí entonces.

No me molestaba estar a solas con él en el gimnasio. Ya habíamos hablado solos antes y se comportó muy bien.

Nos despedimos y lo vi alejarse. Supongo que tendrá clase y por eso se fue o bien decidió darme mi espacio. Yo tengo clases dentro de un rato así que pasaría las próximas horas analizando cálculos de matemáticas.

Sin previo aviso, alguien rodea mi cuello con su brazo y aprieta mi cuerpo contra el suyo. Por la fuerza que tenía deduje enseguida que era Kida.

-¡Elsa! Que bueno que te encontramos, necesitamos hablar de algo importante.

Tu amor, mi dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora