Enfermería y una chica

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Les sonará raro, y también cruel, pero en estos momento es lo que siento. Me siento como si estuviera en una comisaria, esposada a una mesa o a otra cosa, mientras estoy sentada en una incomoda silla, esperando a que me soltaran.

Pero en realidad sigo en la enfermería, Anna no me ha soltado en ningún momento y estaba dormida. Gerda salió de la enfermería cuando terminó de curarle las heridas y mientras tanto yo estaba aburrida, muriendo de sueño. ¿Cómo era posible que una persona tuviera tanta fuerza estando dormida?

Después de un rato largo de hacer lo contrario, dirigí mi vista hacia Anna. Creo que este era el mejor momento para irme si quería evitar algún tipo de conversación.
Suavemente acerqué mi mano hacia la de ella y desprendí dos dedos de mis manos. Para mi sorpresa, eso la despertó y ella me miró directamente, lo que me hizo sonrojar un poco. Adivinando lo que estaba pensando ella me soltó la muñeca y se sentó en la cama abrazando sus piernas en el proceso.

-¿Vas a huir igual que siempre?

La pregunta me tomó por sorpresa.

-Yo no fui la que salió huyendo la última vez- contesté en un intento vago de defenderme, otra idiotez de mi parte.

-Pero yo en tu situación esperaría a saber como te encuentras.

Me dejó sin palabras. Bajé la cabeza avergonzada, buscando algo que decir. Podría preguntarle quien la golpeó pero eso sería evadir el tema. Traté de no sobresaltarme cuando su mano acariciómi brazo.

-Dime que es lo que pasa. Y por favor, no digas que es complicado.

Su rostro estaba tan cerca del mío, me costaba pensar en alguna excusa para poder salir del problema.

-Es que... para mi si es complicado de decir.

-Elsa, basta- insistió, exhausta- . Dime que es lo que sucede ahora- sonaba más a una orden que a que me lo estuviera pidiendo.

Suspiré resignada. Me puse de pie y pase mi mano por mi brazo.

-Creo que me gustas- susurré evitando mirarla y con mi corazón a punto de estallar de los nervios.

-¿Qué?- dijo ella sin poder creerlo.

-Me gustas ¿okey?- grité dignándome a verla.

Anna se movió hacia atrás asustada. Eso me preocupó, avancé hacia ella para poder asegurarme de que estuviera bien. Estiré mi mano para tranquilizarla, para explicarle mejor las cosas, pero me apartó de un golpe antes de que llegara a ella.

-Anna, yo...

-No- gritó enfadada y con odio en su voz-. Ahora entiendo todo...tu comportamiento, la forma en que me miras. Eres solo una maldita idiota y enferma.

Mi corazón se partió ante aquella acusación. Estaba a punto de llorar.

-Yo...no quería decírtelo, solo...

-¿Qué? ¿Pensabas en ocultarte en las sombras y admirarme como un acosador?

-Claro que no- dije un tanto desconcertada-. Yo solo quería que las cosas no se arruinaran.

-Pues ya lo hiciste. Lo arruinaste todo.

Anna salió de su cama y me empujó violentamente.

-No quiero que te me vuelvas a acercar - avanzo hacia mí de manera amenazante.

-Anna...- intente decir pero ella me interrumpió.

-Si te vuelvo a ver le diré a mi guapo novio, Kristoff, que te eche a patadas- volvió a empujarme y esta vez mi espalda chocó dolorosamente contra la pared- ¿Qué te pasa?...¿Vas a llorar?- preguntó en tono burlón.

Tu amor, mi dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora