Muñeco de nieve

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¿Por qué te estás tardando tanto Elsa? Anna lleva unos veinte minutos esperándote. Pero no quiero hacerlo, no quiero verla. Sé que no podré controlarme en cuanto nuestras miradas se crucen, y no soportaría la idea de que ella me vea como un... como un monstruo. ¿Qué estoy diciendo? Me comporto como un monstruo siempre que la veo.

Aferré mis manos más al botiquín y salí de la habitación en al que me encontraba. Anna estaba de espalda, sentada en el sillón moviendo su pierna, no sé si porque estaba nerviosa o porque estaba aburrida. Se dio vuelta cuando escucho mis pasos. Me detuve y coloqué el botiquín en la mesita que se encontraba a un lado.

-Ten, aquí tienes todo lo que necesitas para tu herida- me quede parada unos centímetros cerca de donde ella estaba-. Puedes usar el baño si quieres.

¿Qué? Intento controlarme, no sería bueno que fuera yo la que le curara esa herida.

Ella asintió con la cabeza e hizo una expresión con la cara que no pude descifrar.

-Solo tardaré un minuto- dijo poniéndose de pie y tomando el botiquín para luego irse al baño.

Mi móvil sonó justo en ese momento, era Mérida.

-¿Qué?- pregunté de mala forma.

-Cálmate Elsa, solo quiero saber si está todo bien.

-Bueno, Anna está en el baño y pienso decirle que se vaya cuando termine.

-Amiga, eres peor que la directora De vil cuando te lo propones.

-¿Cómo se supone que debo tratarla? No sé qué más puedo hacer.

-Dile la verdad, idiota.

-No me estás escuchando- afirmé entre dientes.

Sentí la puerta del baño abrirse.

-Te dejo, luego hablamos.

Anna hizo más rápido de lo que pensé. Se había puesto una gasa en donde se lastimó, justo en su mejilla izquierda. Ella dejó el botiquín en la misma mesita que estaba al lado del sillón y se acercó más a mí.

-Gracias.

-No, gracias a ti por traer mi bicicleta.

Se hizo silencio, Anna esperaba que yo le dijera algo y la verdad es que no sabía qué. En realidad, si lo sabía, solo que no tenía idea de cómo expresarme. Tengo que ser directa, después de todo, mi idea es alejarla. Sin embargo, no pude decir nada, ya que ella me interrumpió.

-¿Con quién hablabas?... no es que tengas que decírmelo, es decir... no es de mi incumbencia...es que tuve curiosidad, yo solo... Mejor olvídalo.

Oculté una sonrisa detrás de mi mano. Adoraba cuando se ponía así, era una de las cosas que me gustaban de ella.

-Estaba hablando con Mérida- contesté sin dar muchas vueltas.

Noté una expresión de enojo por escuchar eso.

-Oh cierto, olvidé que eran buenas amigas.

Anna no se llevaba muy bien con Mérida, estaba enojada con ella porque pasábamos más tiempo juntas. Mérida lo sabía por supuesto, pero jamás dijo nada, prefería mantenerse alejada para no armar estruendo. Aun así, eso no evito que me molestara. Además de alejarme de Anna por miedo a que descubra mis sentimientos también, me alejé de ella porque se había hecho amiga de algunas personas que no me caían muy bien, entre ellas su estúpido novio.

-Oye, puedo llevarte en mi auto mañana si es que aún no tienes el tuyo.

-No, gracias, ya arreglé con Mérida y ella vendrá a recogerme- mentí, lo que fue un gran error porque eso hizo que Anna se molestara aún más.

Tu amor, mi dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora