En una cancha de Basquetbol

309 39 5
                                    


Otro día de escuela había terminado. Después de despedirme de mis amigas me dirigí hacia el estacionamiento para buscar mi auto ya arreglado y regresar a mi casa.

-¡Elsa!- me llamó una voz masculina.

Levanté la cabeza impresionada. Raras veces un varón me habla, siempre los evito, excepto por mi padre, mi tío y mi primo Olaf. Pero esa voz no era ni de mi primo y mucho menos la de mi papa o la de mi tío. Me di la vuelta para ver quien me hablaba y no supe exactamente cómo reaccionar. Se trataba de Kristoff. Vestía su lujosa chaqueta gris y con mangas negra del equipo de básquet. Tenía su mochila colgando de un hombro, con las manos metidas en los bolsillos.

-Hola- saludó amablemente.

-Hola- correspondí.

Era la primera vez que este chico se me acercaba, y era la primera vez que me hablaba, por lo general siempre estaba con sus amigos o con Anna. Tenía una amplia sonrisa en el rostro, la cual ya empezaba a incomodarme.

-¿Puedo ayudarte en algo?- me digné a preguntar.

El pateó el suelo como, si intentara encontrar una respuesta a la pregunta.

-Me alegra que tu equipo haya ganado su partido.

¿Enserio amigo? ¿No tienes una mejor excusa que esa?

-Lo preguntaré de otra manera ¿qué es lo que quieres?

-Bueno, para empezar... tengo ganas de charlar un rato contigo.

-¿Anna te pidió que hables conmigo, verdad?

-En... parte sí y no. Hace tiempo que quiero tener una conversación contigo... !¿Oye, qué te parece si nos vemos esta tarde?!- comentó un poco más animado- ¿Conoces la cafetería Neverland?

-Sí, pero yo no soy muy amante del café.

-Yo no dije que íbamos a tomar café. Estaré entrenando en la cancha de básquet que está a dos cuadras de ese lugar, cerca de las cuatro de la tarde, te espero ahí.

Se giró para marcharse.

-Oye- lo llamé una vez que vi lo alejado que estaba, él volteo hacia mi sin detener su caminata-. No he dicho que sí.

-Entonces seguiré tratando hasta que podamos hablar solos.

¿Solos, él y yo? ¿Que acaso no quería que Anna estuviera con nosotros?

En todo el camino a casa pensé en si debía ir o no. Al principio decidí no ir pero, cuando lo pensé mejor, me di cuenta de que ese sujeto sabía dónde vivía, era capaz de caer a mi casa y quizás se plantaría en la puerta hasta que me dignara a hablarle. Uuuff... es demasiado, solo lo estoy suponiendo por la confianza que tuvo al hablarme. La verdad no estoy muy segura de sí Kristoff es capaz de llegar a ese extremo, aunque cualquier cosa era posible. Por un lado, siento curiosidad por lo que quiera decirme, por otro, me siento nerviosa y tenía algo de miedo.

Medité un largo rato antes de decidirme. Lo que menos quería era que, después de que habláramos nosotros dos solos, Anna me pida cientos de veces salir con ellos, más sus otros amigos que venían de regalo,  los cuales no soportaba. No sé qué clase de conversación quería tener, no creo que sepa de mis sentimientos por su novia... Tal vez me pida que trate mejor a Anna, o tal vez me amenace para que no la siga lastimando. 

No iba a descubrir una respuesta de la nada así que decidí reunirme esa tarde con Kristoff.

Ya que nos encontraríamos en una cancha de básquet decidí ponerme mi pantalón verde de los wallabies y la remera blanca con tonos celestes de los Snowking.

Tu amor, mi dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora