47. El desarme.

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Después de ese orgasmo llegó otro enseguida. La réplica del terremoto.Se acostaron, mirándose de frente, conociéndose un poquito más y sonrientes de haber hecho eso juntas. Se acariciaban las caras en el silencio de la ya entrada noche.

-Alba te quiero mucho.

-Y yo a ti mi amor, estoy muy feliz.

-¿Tú eres consciente que ahora no quiero vivir sin mi dosis diaria de Alba Reche? Porque te tienes que hacer responsable.- decía mientras se restregaba contra su cara remolona.

-¿Y tú eres consciente de que no tiene por qué ser sólo una dosis diaria? - se acercó hasta regalarle un pico y se volvió a separar, dejando su mano sobre su mejilla.

-Ufff, no me digas eso que me emociono. - puso su mano sobre su costado y la atrajo hacia ella. - Ven aquí Alba Reche, ven aquí porque te voy a comer. - le hacía pedorretas por el cuello y con las manos cosquillas por cualquier parte que encontrara disponible. Acabaron tirando al suelo el edredón blanco y llenando el silencio con la risa ruidosa de Alba, que se retorcía entre sus brazos.

-Para, para Nat, que te juro que me meo encima - llevó sus dedos a su cara, de manera divertida para molestarla y frenar su ataque. La morena los mordisqueaba.

-Dios, cierto churri. - soltó su amarre.- Estamos tan agustito aquí que se nos olvidaba el pis de después de follar. - jugueteaba feliz con sus dedos entre sus manos.

-Ah, ¿con que el pís de después de follar no? - la miró haciéndose la enfadadita.

-Sí, es que no sabes que después hay que hacer pipí, para limpiarlo o algo así.

Le dio un golpe en la cabeza.

-Pues claro que lo sé, pero te había quedado muy bonito el discurso de hacer el amor y te lo has cargado en un momento tonta. - puso un puchero recriminatorio y se cruzó de brazos, escondiendo su cara entre ellos.

-Ayyyyy Albi no - se acercó a llenarla a besos con una sonrisa tonta en su cara tras verla tan aniñada.- Hemos hecho el amor, porque contigo no me sale otra cosa. - la seguía besando y vio como se le escapaba una sonrisa aun en su escondite.- Te haría el amor hasta cuando te comes el último bocado de mi comida favorita.

-Creo que ya te has quedado sin cosas bonitas que decirme, eso no está a la altura de la Natalia que me enamoró eh - salió por fin y la señaló amenazante con su dedo.

El estómago de la morena decidió aparecer en su ayuda, rugiendo fuertemente.

-¿Oyes eso?- se señalaba la barriga- Tengo mucha hambre y una no puede pensar con el estómago vacío, muchos menos ser romántica.

-¿No te he llenado yo?

-Tú me has llenado el corazón - decía en un tono estridente mientras mordía el dorso de sus manos y ponía ojitos de buena.

-Anda, anda, tira- la empujó, haciéndola rodar- que si quieres que me olvide de eso tan feo que me has dicho, me tienes que hacer la cena.

Natalia se levantó alzando sus cejas y mostrando al completo todo su cuerpo desnudo. La rubia la miraba mordiéndose el nudillo desde la cama.

-Yo creo que si te hago la cena no me perdonas nunca. - miró su móvil tras varias horas desde que lo había dejado en el escritorio de la habitación. - ¡¡ALBA, que son las dos de la mañana!! - sabía que sería tarde pero no calculaba que tanto.

-Ya lo sé cariño, por eso tenemos tanta hambre. Corre, venga. - le lanzó un cojín que tenía a mano, dándole de lleno en la cadera.

-AYYYY, pero si es que yo no sé hacer nada rico - elevaba sus hombros junto con sus brazos y los dejaba caer de manera victimista.

InannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora