60. De incógnitas y giritos.

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Hola :) si estás leyendo esto quería darte las gracias porque has sido uno de los motivos por los que he continuado escribiendo esta historieta. Cuando vi a mi primera lectora me emocioné un montón y lo he seguido haciendo cada día con vuestros comentarios, millones de gracias, habéis sido todas unas preciosas y me habéis dicho cosas lindísimas. No os merezco. Nunca imaginaría tampoco que a partir de esto me contarais vuestras propias historias y experiencias, y ainsss, ha sido muy bonito. Gracias a todas y cada una, espero que vuestra vida esté llena de amor, del amor sano y de verdad. Que os lo den y que lo deis. Y sin más discursitos y con el corazón blandito...❤️

CAPíTULO 60. De incógnitas y giritos.

Alba y Natalia se enseñaron el arte de la palabra fuera y dentro del agua, siguieron mojándose aun recostadas sobre la arena y los primeros rayos del sol del día calentando el suelo de su escondite, entre dos casitas antiguas y pintadas de azul, con sábanas tendidas y olor a suavizante.

Volvieron al hotel con la ropa de la noche anterior puesta y las bragas en las manos, entre las miradas desaprobatorias de los bañistas más madrugadores y aquellos que salían a correr antes de que el calor fuera un gran impedimento.

Disfrutaron de su último día en ese grandioso hotel pasando la resaca en las mejores condiciones, sin cocinar nada y comiendo mucho y rico, dándose ese masaje de miel, almendras y sales que corría a la cuenta de María Sanabdón y poniéndose a remojo en el hidromasaje de su suit.

Continuaron sus vacaciones cumpliendo con los planes de Natalia, que había seleccionado cada destino buscando alguna relación sentimental con sus nombres. Visitaron un pequeño pueblito llamado Ohanes, que no tenía gran interés turístico pero la morena se empeñó en que un pueblo que se parece a Ohana, y que Ohana significa familia, tenía que ser de visita obligatoria. Sus 596 habitantes las miraban como si fueran extraterrestres. Además, era el primer municipio ecológico de Europa y tenía una historia árabe que había dejado grandes restos para visitar.

Su siguiente parada fue el desierto de Tabernas, el único desierto existente en Europa. Lo recorrieron cumpliendo las rutas. Pudieron ver serpientes, escorpiones, arañas y diversas aves surcando el cielo. La increíble vegetación, las bad-lands, los cañones y las ramblas junto con el atardecer hicieron el escenario perfecto para las millones de increíbles fotos que salieron de allí.

Finalmente si que hicieron snorkel en el Arrecife de las sirenas, en Cabo de Gata, y Alba salió alucinando con la cantidad y variedad de peces, corales, esponjas y estrellas de mar. La fotógrafa Lacunza lo grabó todo, haciendo tanto zoom en la sonrisa de la más pequeña, que no cabía nada más en el visor. También fueron a Roquetas de Mar, de playa en playa y de cala en cala. Disfrutaron de la arena húmeda, de las piedras con los pies descalzos, de los mojitos a medias, de las olas que te hunden, del sonido de las gaviotas, del pelo ondulado secándose al sol, de los masajes de after sun, del paseo en moto acuática guiada por la rubia del infierno, de la poca ropa y las grandes vistas, de amaneceres desayunando churros con chocolate y de atardeceres tiradas en la arena con pizza y la voz cantarina de Natalia, inventándose rimas sin sentido para el sentido de su vida.

-Bueno Albariña, bienvenida a nuestro último destino, a nuestra última noche mágica de las primeras albaliaciones. - recogía del buzón, como había acordado con el dueño, las llaves de la que sería su casita durante un día. Estaba a la orilla de una cala llena de barcas de madera, tan antiguas que hasta les faltaba pintura pero que se mantenían a flote, agarradas con unas fuertes cuerdas.

-No quiero que se acabe Nat. - le tocaba la espalda descubierta mientras esta abría la puerta, pasando su mano de arriba a abajo, en una suave caricia.

Natalia empujó la puerta y cogió la mano de su chica para adentrarse juntas en ese pequeño pero precioso hogar. Todos los muebles eran de madera blanca y la decoración en tonos azulados. Encima de la cama había una red de pesca simulando al cabecero, del que colgaban unas lucecitas y pequeñas figuras hechas a mano de un pescado, un ancla, un faro y un sol. El espejo del aseo era un antiguo y reformado timón de barco y en la cocina había remos convertidos en estanterías. La pared principal del salón estaba formada por caracolas y conchas pegadas y no había ni siquiera televisión.

InannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora