Conocí a Alex cuando ingresé a la preparatoria, recuerdo que el primer día de clases estaba algo asustada, pero no dejaba que nadie lo notara, revisé el papel en mis manos con mi horario escolar y busque mi aula. No fue difícil, apenas había unas tres personas así que tendría la oportunidad de escoger un lugar, me senté en la fila de la ventana que daba a uno de los jardines y dos lugares antes del final.
Estuve entretenida viendo a las personas reencontrarse, era lindo, yo nunca había sido de muchos amigos, solo tenía a Emily, pero ella se había mudado a D.C después de terminar secundaria, así que ahora no tenía a nadie. Alguien se sentó en la banca junto a la mía pero no preste atención, hasta que él me llamó.
– Hola.
Su voz no era ni muy gruesa ni muy delgada y cuando lo volte a ver note inmediatamente sus ojos color miel.
– Hola.
Salude de vuelta. Por su expresión supe que iba a preguntar sobre el color de mis ojos, era algo muy común, pero no hizo eso.
– Soy Alex, ¿cómo te llamas?
– Rachel.
Ese día tomamos el almuerzo juntos y a pesar de que no teníamos muchas clases juntos, comenzamos a volvernos buenos amigos. Nos volvimos inseparables, yo iba a su casa, él iba a la mía, conocíamos a nuestras familias y era la mejor persona que había conocido en mi vida, simplemente nos volvimos mejores amigos sin darnos cuenta.
Y ahora, ahora lo tenía frente a mí, los mismos ojos color miel que me habían hecho sentir en casa durante los últimos cuatro años, me miraban con cierto toque de burla. El chico que tenía frente a mí no era mi mejor amigo y al parecer mi vida estaba hecha a base de secretos, SECRETOS OSCUROS que me estaban comenzando a romperme, incluso las personas que más amaba me habían mentido.
Me encontraba aún en la entrada, Amelia unos cuantos escalones más abajo y Alec o Cedric, ya ni siquiera sabía como llamarlo, al final de la escalera. Ganix y Charlie se encontraban detrás de mí, listos para atacar si las cosas comenzaban a salirse de control.
– ¿Qué es lo que quieres?
Mi voz había salido seria y con autoridad, necesitaba demostrarle que no me dolía su traición.
– Oh, mi querida mejor amiga, ¿estés es el recibimiento que me das?
Sentía mi sangre hervir, no solo de furia, sino también de dolor.
– Te he preguntado una cosa, y aquí no eres bien recibido, así que habla de una vez.
Él me miró con una sonrisa burlesca, este no era el Alex que yo conocía.
– Pues ya que estás aquí, es a ti a quien quiero, mi madre se pondrá muy feliz de volver a verte.
La mujer que yo recordaba tenía una sonrisa cálida y siempre me había tratado como a una hija, así que me preguntaba si ella era su verdadera madre o hablaba de alguien más.
– Será mejor que te vayas, como te lo ha dicho Amelia, aquí no hay nada para ti.
– Oh, vamos, Rach, ven conmigo, hazlo por nuestra amistad.
– A ti no te conozco en lo absoluto, así que vete, te lo estamos pidiendo de una buena manera.
En cuestión de un par de segundos lo tenía sosteniendo mi cuello, comenzaba a ahorcarme, y me si cuenta de lo poderoso que era.
– Vas a venir conmigo lo quieras o no.
Ganix y Charlie le apuntaban con las armas, pero antes de que alguien pudiera hacer un movimiento en su contra, me di cuenta de que lo tenía lo suficientemente cerca, así que le di un rodillazo en los genitales haciendo que me soltara, de inmediato saque la daga que hace unos minutos Ganix me había dado y la puse en su cuello, recargando su espalda contra mi cuerpo.
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Secretos oscuros
Science FictionCuando sabes que no eres exactamente una persona normal, no puedes evitar no aceptar la propuesta de recibir respuestas, así sea dejando todo atrás. A veces es necesario hacer sacrificios, pero puede resultar en secretos que preferiría no saber, pue...