14. Ataque de quimeras.

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— ¿A donde vamos en realidad? —pregunta Adam desorientado.

— Es una sorpresa —le jalo mas para que camine rápido.

— ¿Acaso me estas secuestrando?

— No seas idiota —le reprendo.

— Es que estoy curioso —manifiesta haciendo una cara extraña, supongo que un intento de puchero, pero no le sale bien que digamos.

— Ya pronto llegaremos, solo aguanta un poco más —reclamo.

Seguimos caminando, mas bien yo jalo a Adam para que camine ya que el chico dice que está totalmente cansado, algo raro pues es un jaguar, por el entrenamiento que tuvieron hace un rato con los demás chicos del lacrosse.

Quiero enseñarle mi lugar favorito del bosque, el lago, pues el sábado, cuando tuvimos nuestra cita no pude llevarlo, ¿La razón? Bueno, después de que me pidiera ser su novio, fuimos a comer y luego él me entretuvo con otros juegos donde se pasó el tiempo mas rápido de lo que esperaba, luego en la noche nos quedamos acostados en el césped del parque viendo la explosión de juegos artificiales, lo cual estuvo de maravilla, luego a eso de las nueve nos fuimos a cenar para después volver a casa.

Todo estuvo de lo mas bonito, pero algo cansado ya que cargar el enorme peluche de jaguar no fue nada fácil.

Ayer, domingo, pude haberlo traído al lago, pero Deaton me pidió que fuera a su casa, si, el veterinario tiene una casa lejos de la civilización, bueno no para tanto, pero si está cerca del bosque, una casa hermosa la verdad, ademas no tiene vecinos.

Bueno, me llamó para ir a su casa para entrenar sobre mis poderes, la verdad es que le supliqué que lo hiciéramos otro día, pero el viejo me dio un rotundo No, así que no tuve mas remedio que ir, me pasé todo el día ahí, practicando.

Pero no me arrepiento de haberlo hecho, pues e descubierto nuevos poderes, como que puedo mover objetos con solo pensarlo, pero requiere mucha concentración, incluso elevé a Deaton unos tres metro del suelo, el pobre dio un grito de terror cuando lo elevé un poco mas alto, pero tuve que bajarlo después por las amenazas que me lanzó, al menos me divertí un poco.

Fue ahí que comprendí que realmente fui yo quien lanzó al hombre, ese que empujó a la abuela, al charco de agua, pero inconscientemente.

También logré aprender a desaparecer objetos con tan solo un chasquido de mis dedos, unas raras chispas color naranja salen de estas cuando lo hago.

Luego ya mas tarde cuando me disponía a volver a casa, vi a una rosa marchita en una esquina de la puerta de la casa de Deaton, un sentimiento de tristeza inundó mi ser, me puse de cuclillas, por acto reflejo alcé mi mano y la pasé en los pétalos sin vida, pero una extraña luz verde salió de entre la palma de mano, envolviendo la rosa marchita, alejé mi mano rápidamente contrariado y confuso, la luz en la rosa se extinguió para dar paso a una hermosa rosa roja como la sangre, el tallo que parecía estar pudriéndose, estaba de un verde bien vivo.

Me levanté muy sorprendido mirando la rosa y luego mi mano, no le comenté nada de eso a Deaton, él ya estaba dentro de la casa por lo que no vio nada de lo que pasó. Luego de toda la confusión inundando mi cabeza me despedí del veterinario y me fui a casa.

Estuve pensando en eso casi toda la noche, pero luego llegué a la conclusión de que si mi mamá podía hacer eso, supongo que es normal que yo también pueda hacerlo.

— ¿Ya llegamos? —la voz de Adam me saca de mis pensamientos.

— No.

— ¿Ya llegamos?  —vuelve a preguntar.

Príncipe Heredero - S.S Donde viven las historias. Descúbrelo ahora