21. Chica coyote.

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Durante el trayecto a casa me la pasé pensativo mirando el báculo, el diamante está apagado, ya no brilla como hace momentos atrás.

Estoy seguro que el salón donde aparecimos, era en el castillo del aquelarre de mis abuelos, mas no entiendo por que aparecimos ahí.

Todo pasó tan repentino y es muy raro, no solo por eso, si no por este extraño bastón que parece tener magia, y una muy fuerte, si pensamos en como consumió la energía del rayo.

El Jeep se estaciona frente a mi casa. Me bajo con la mirada perdida, tengo muchas preguntas en mi cabeza, preguntas que necesito que sean respondidas.

— Stiles —Adam me atrapa del antebrazo y me gira hacia él.

— ¿Si?

Suelta un suspiro, me mira a los ojos sin parpadear— Solo, quiero saber si todo está bien contigo, has estado muy callado —sentencia.

— Lo siento, solo estoy pensado en lo que pasó momentos atrás —dije con sinceridad— no se que es esta cosa o lo que hace —le enseño el báculo— pero se que no es solo un objeto para adorno, viste lo que pasó cuando nos atacaron, consumió la energía como si nada y es muy extrañó —aclaro— además siento como mi magia se conecta con el diamante de este báculo —manifiesto.

— Tampoco tengo idea de eso, pero sabes que siempre voy a estar contigo, juntos descubriremos lo que sea ese báculo —asegura.

Asiento, me gusta mucho cuando Adam hace lo posible por animarme y no dejarme solo hundiéndome en mis dudas.

— Vamos dentro, cocinaré algo —le digo, asiente y juntos caminamos a la puerta de mi casa.

Meto la llave en el cerrojo para abrir, dejo pasar primero a mi novio, siguiéndole después cierro la puerta detrás de mi.

Dejo la mochila y el báculo en el sofá de la sala, voy hacia la cocina, me lavo las manos y prosigo a cocinar algo rápido.

— ¿Te ayudo en algo? —inquiere Adam entrando a la cocina.

— No hace falta —agarro algunas cosas de una estantería.

— Pero, quiero ayudarte —insiste, esto me recuerda la primera vez que lo invité a comer.

Por cierto con todo lo que a ocurrido en todo este tiempo, aun no le e enseñado a cocinar. Soy un mal novio.

— Esta bien, supongo que puedes empezar tus clases de cocina conmigo ahora —acoto.

Él me mira, parece recordar el momento donde le prometí eso y me señala.

— Eso es verdad —analiza— entonces, manos a la obra —dobla la manga de su camina blanca con rayas negras hasta los codos, para poder lavarse las manos.

Comenzamos a cocinar, mas bien le enseño a Adam. Quiero hacer pollo sazonado con salsa de champiñones. Le indico a mi chico lo que tiene que hacer y como hacerlo con calma para que no se sienta abrumado.

Los minutos van pasando, nuestras risas se mezclan en el ambiente, la comida está a minutos de terminar de ser preparada. Cuando por fin terminamos, apago la estufa, abro la olla, el olor es agradable, lo cual nos demuestra que ninguno de los dos a cometido algún error en el procedimiento.

Miro a Adam con una gran sonrisa, pero suelto una enorme carcajada al verlo con las mejillas untadas con la salsa de champiñones, no se como a llegado ahí, pero se ve gracioso.

Me acerco a él, que parece confundido, agarro una servilleta de papel de la mesa y le limpio las mejillas.

— Tenías salsa —le digo, sin detener mis movimientos en sus mejillas— ya está —informo.

Príncipe Heredero - S.S Donde viven las historias. Descúbrelo ahora