O9

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Después de un día que podría tacharse de penoso, Marinette conseguía librarse de las clases para poder recoger sus cosas e ir al encuentro de su vecino en el aparcamiento. Sí, era extraña la manera en que su corazón se encabritaba sólo de pensar en verlo, pero tampoco quería prestarle especial atención.

Tras colgarse la mochila en el hombro, la joven no logró salir al pasillo que su mejor amiga le dio alcance.

—¿Dónde crees que vas tan deprisa? —Indagó la morena—. Aún tienes mucho que contarme.

—Lo dejamos para otro momento...

—Estás de broma, ¿no? —Su amiga no respondió—. Marinette... —la agarró del brazo, haciendo que se volteara—. Ahora en serio, ¿qué ocurre?

La euroasiática se humedeció los labios, observando pensativa a su compañera, al mismo tiempo que se zafaba de su agarre.

—No es nada. —Musitó esquiva—. Solo... Estoy pasando por una etapa rara, y... Necesito espacio. —La de gemas ámbar guardó silencio, atendiendo con seriedad—. Prometo que te lo explicaré todo, pero antes... Quiero aclararme, ¿vale?

Alya se cruzó de brazos, asintiendo levemente.

—Dime algo cuando eso ocurra.

Marinette la vislumbró alejarse por el pasillo con cierta incomodidad, despertando una pizca de culpa en ella con ese desaire que, por ese entonces, se le hacía necesario a la ojizarca.

Ya sin más obstáculos de por medio, la azabache no se entretuvo por el camino al dirigirse como a una flecha hasta la zona de estacionamiento del campus, sorprendiéndose al no ver el coche de su vecino aparcado en su plaza.

Enseguida comenzó a merodear por el lugar, luego yendo hacia la calle por si encontraba al rubio parado frente la acera. Pero no estuvo de suerte. Creando una sensación de inquietud en su interior. 

«¿Dónde está...?»

Esperó unos minutos, revisando la hora en el móvil mientras intentaba no perder la esperanza. No obstante, después de casi media hora, Marinette desistió y se puso en marcha hasta su apartamento con los ánimos por los suelos.

Mientras tanto, Adrien bebía una botella más de cerveza, tumbado en el sillón con la mirada perdida en un punto sobre su cabeza. 

Quería dejar de pensar, de sentirse tan vacío y solo. Sin embargo, lejos de mejorar, sus ánimos decaían al recordar el día en que su ex novia decidió terminar con él, justo una semana antes de cumplir seis meses de noviazgo. 

—Soy... Un puto fracaso —Murmuró para sí mismo, dando un trago más a su botella hasta llegar al fondo de ésta.

Por contrapartida, y no de mejor humor, la azabache llegaba a su bloque después de pasarse casi todo el trayecto dándole mil vueltas al mismo monotema: Adrien.

Tal vez debía haber accedido a esa peculiar relación que él le había propuesto. Tal vez ella hizo una montaña al negarse y anteponer sus principios y lista de contras.

Sacudió la cabeza, espantando esas deducciones sin sentido que la podrían bien llevar por la vía de la amargura.

Nada más irrumpir en el vestíbulo, se adentró en el ascensor y subió a su planta, andando hasta su puerta y deteniéndose justo antes de entrar para mirar con indecisión el apartamento del Agreste.

«¿Estará en casa...?»

El mientras tanto, rebuscaba en su refrigerador por alguna nueva botella de cerveza, bufando con frustración al caer en cuenta de que ya se las había terminado todas. 

ODIO AMARTE |+18 collab. ft Marichat8989Donde viven las historias. Descúbrelo ahora