S E C H S

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La idea de recibir al gran rey de Seul y las constantes discusiones con el consejo era de buena distracción para Félix, en esos momentos su lobo no lloriqueaba por la ausencia de cierto alfa peli azul que regresaría en cualquier momento.

-- ¡Esto es inaudito! -- dijo uno de los ancianos con desaprobación.

-- Nunca se había visto a un omega siendo rey –- dijo otro.

-- Siempre hay una primera vez para todo -- escupió Félix con molestia. -- Lo único que falta es que el gran rey me de sus bendiciones, ustedes ya no tendrán el mismo poder sobre ningún reino.

-- ¡Él jamás lo permitirá!

-- Lo haga o no, yo voy a tener lo mío -- heló el rubio sonrió de una manera que la sangre de todos en esa habitación. -- Solo pido su bendición por cortesía y educación ¿Creen que un grupo de doce idiotas va a detenerme?

-- Está jugando con fuego, príncipe Lee -- advirtió otro.

-- Intenten destituirme de un cargo que me corresponde, no solo mis aliados caerán sobre ustedes -- aseguró el Omega. -- Mi pueblo también.

-- ¿Es una amenaza, príncipe?

-- Tomenlo como quieran, es algo que no me interesa en lo más mínimo -- Félix frotó su rostro con su mano, esto lo estaba cansando. -- No entiendo para qué me hicieron llamar, ya discutimos esto y lo que ustedes tengan para aportar de forma negativa se lo pueden guardar porque de nada sirve.

-- Pero...

-- Estoy cansado de esto, ya sabemos que ustedes son unos incompetentes egoístas que lo único que hacen es ver por sus propios intereses.-- el rubio se cruzó de brazos. -- En unos días llega el gran rey, hasta entonces no se molesten en buscarme porque vamos a terminar en lo mismo de siempre.

El omega no escucho a esos viejos alfas, simplemente se dió la vuelta y salió del complejo. Esos hijos de puta lo ponían de mal humor, muy mal humor.

-- Señor –- Minho lo llamó. -- Hay una mujer -- Félix frunció el ceño. --Una mujer pide verlo.

-- ¿Es del pueblo? -- el alfa negó. -- Entonces ahora no tengo tiempo.

-- Es una mujer alfa, mi señor -- el rubio paró en seco, las mujeres alfas eran escasas y casi un mito. La fuerza que contenían estás podían superar a dos alfas normales.

Las mujeres alfas fueron rechazadas y cazadas, se decía que eran una abominación por no cumplir con los requisitos de la sociedad, por no encajar en los papeles bajos. A lo largo de la historia los hombres temieron que las mujeres alfas se levantaran en su contra y los derrotaran, rompiendo así el "orden" que ellos habían impuesto.

-- ¿Dónde está? -- preguntó Félix.

-- Lo espera en el gran salón.

El rubio casi corrió en dirección al castillo, miró a todos lados ansioso y curioso. Le importó un carajo quien lo mirase empezó a correr adentrándose a Palacio, ignoró a cualquiera que atravesara su camino ¿Qué podía querer una mujer alfa en Busán? Una vez cerca del gran salón redujo su velocidad adentrándose a él.

La mujer sintió su presencia y volteó poniéndose a rodillas al instante que lo vio. Félix frunció el ceño pero se acercó a ella.

-- Principe –- saludó la extraña aún de rodillas con la cabeza gacha.

-- Deberias levantarte y mirar mis ojos, soy príncipe pero no una divinidad -- la mujer se levantó mirándolo a la cara, el Omega contempló a una hembra fuerte de belleza admirable y percibió la fuerza que esta emanaba, su aura era poderoso. -- Te escucho.

Rey Omega  (Changlix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora