CAPITULO 2

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Aja estaba completando su entrenamiento diario en una planicie pequeña, cerca de donde la casa de los siete se encontraba. Ser ciega no evitaba que estuviese en constante amenaza por culpa de la recompensa que su cabeza tenia, le sorprendía que la recompensa no les llamase la atención a los muchachos, ya que tienen corazón, pero su ambición era desbordante.

Podía distinguir el aura verde de las plantas, ya que están también contaban con vida, asique sabia como mantenerse en la planicie redonda en medio del bosque, no exageradamente grande el espacio, pero era lo suficiente como para ella mantenerse en forma.

Normalmente Arthur la acompañaba y le enseñaba la defensa personal en su mayor amplitud, como ella no necesitaba necesariamente golpear a sus oponentes. Él prefería verla aprender a defenderse antes que comenzando una pelea. Tras meses, los muchachos se encariñaron tanto con ella que la veían igual que a una hermana menor y la protegían bastante. Aja era una luchadora nata y aunque su condición le hiciera desear más, ella era capaz de escuchar, oler y sentir más que sus compañeros y gracias a su fiel compañera Uma, también tenía un par de ojos en el cielo.

Uma se acercó volando hacia donde ella se encontraba lanzando golpes al aire avisándole que dentro de un momento ella ya no estaría sola.

Aja se detuvo y se colocó a la defensiva porque gracias a Uma sabía que alguien venia, pero no sabía quién. Se puso rápidamente su capa y se colocó la capucha, ocultando un poco su rostro que era buscado por caza recompensas y algún que otro que probaba suerte.

Bajo la guardia cuando un Halo de luz rojo apareció de detrás de un árbol y a juzgar por su caminata y complexión física, identifico rápidamente a la persona en cuestión. Tomo su recipiente de agua y retiro la capucha descubriendo su rostro que, aunque ella no lo sabía era iluminado por la luz de un hermoso crepúsculo.

– ¿Qué tal les fue? ¿Estan todos bien? –Pregunto algo preocupada Aja.

Aja supo que él sonrió porque lo escucho, mientras lo veía acercarse cada vez más.

–Estamos bien. –Respondió este tranquilamente–. Solo estuvimos tras un grupo de carteristas, nada serio.

–Alguna damisela "en peligro" debió pedírselos para que accedieran a algo simple. –Dije ironizando, Uma grazno concordando conmigo.

–Uma cállate. –Volvió a graznar bravamente–. Tu ni deberías hablarme así que eres más bandida que yo.

Reí escuchando como Uma respondía a cada palabra que el mago le dedicaba y viceversa. La pelea era algo ridícula, pero tierna hasta cierto punto.

–No se peleen, tranquilos. –Dije mientras levantaba mi navaja del suelo. Normalmente lo llevaba en la cintura, pero nunca me fiaba del arma, a pesar de todo, era algo miedosa–. Merlín vamos deja en paz a Uma.

–¿¡Yo!? ¡Pero si ella empezó! –Sonreí y silbé invitando a Uma a posarse sobre mi hombre, quien al instante comprendió y se tranquilizó.

–Tranquilízate Merlín, es solo un cuervo.

–Eso lo dices para que no le diga nada. –Eso era cierto.

Caminé en su dirección y me acerqué a él lentamente. Levante el rostro y tome entre mis dedos el suyo, lo gire y deje un beso delicado en su mejilla, tuve que parame un poco de puntillas porque mi estatura dejaba mucho que desear.

–Vamos. –Comencé a caminar incitándolo a seguirme.

Sabía que se había sonrojado, el halo de luz rojo alrededor suyo comenzó a brillar más intensamente durante unos segundos.

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