CAPITULO 6

1.6K 208 21
                                        

●   ●   ●   ●

Literalmente cada que alguno de los chicos atravesaba la puerta de la casa para dar la noticia de que no habían visto nada, se les caía la mandíbula hasta el suelo para luego cruzarse de brazos y arrugar el entrecejo al ver a la chica en perfectas condiciones, con un vestido y el pelo recogido con mechones suelto a los costados de su cara.

Aja se encogió de hombros hundiéndose en el sofá tratando de esconder su cara de sus amigos, quienes preocupados le dieron la reprimenda de su vida. Jack más que nadie parecía una madre sobre-protectora reprochándole a su hija y en parte le pareció simpático, hasta que le sacaron el sello con el que podía plasmar su sigilo.

Se quejó bastante diciéndoles que no era para tanto y que no lo volvería a hacer, parecía una típica pelea de familia al enterarse que la hija se había escapado con el novio. Aunque en este caso se trataba de una hija, que se había expuesto ante caza recompensas que la buscaban por un supuesto asesinato. Algo más peligroso, que tomar a la ligera sería una equivocación enorme.

La azabache se enfureció y sin querer soltó que no era la primera vez que lo hacía y que hasta ahora la única vez que se tuvo que enfrentar a alguien fue cuando se colocó el sigilo en una parte visible del cuerpo, exponiendo la protección que traía. Claro que la confesión ninguno de los presentes se la tomo bien. Hans se quedaría con el sello y se lo pondría solo para entrenamientos. Aún tenía el sigilo en el momento que la pelea exploto y nunca antes había peleado con sus amigos de aquella forma.

Las cosas se movieron cuando esta se ponía reclamar hasta que se encerró en su habitación con un portazo que rompió el sello en las manos del pelirrojo sin ella enterarse.

Aquella noche sí que estaba enojada, sabía que se preocupaban por ella, pero también sabían sobre su eremofobia y parecían ignorar eso. O ella lo creyó así, en su momento de furia.

Días después no podía ignorar a sus compañeros porque claramente su eremofobia hacía de las suyas, pero no era la misma, llevaba todo ese tiempo sin meditar y sin hacer el trabajo de sombras que debía para poder controlarse más, aún seguía rencorosa y Merlín junto con Arthur lo notaban aún más, al ser estos los encargados de sus entrenamientos.

Arthur y Aja se enfrentaban con espadas y aunque la chica tenía más eficiencia y agilidad en esos momentos, había logrado vencerlo. No por primera vez, pero si la primera vez con esa rapidez. En parte era bueno, porque Arthur vio todo su potencial, pero ese potencial surgió de su rencor, algo que le aterraba pudiera demostrar su lado oscuro.

–Tus piernas tiemblan. –Resalto Arthur–. Flexiónalas y te darán más fuerza de ataque.

Aja no asintió ni hizo nada, volvió a atacar en seco acatando sus órdenes y haciendo que Arthur tuviera que defenderse velozmente. Ataco tan certeramente y con una velocidad en los brazos que hizo que su compañero más corpulento tuviera que retroceder para que esta no lo dañase.

Merlín la observaba desde la sobra de un árbol que usaba para recostarse, con un sello nuevo en mano y una aguja para poder ponérselo si la situación lo ameritaba. Se cruzó de brazos viendo como su amiga había lanzado con su espada, la de su oponente hacia su dirección.

Se acercó a la espada y la levanto del suelo para entregárselo a su dueño. Arthur se secó el sudor de la frente con el brazo acercándose a Merlín, mientras Aja tomaba agua del otro lado.

–Sin duda está más fuerte. –Dijo este al de ojos miel–. No sé si tomar eso como algo bueno.

Se rasco la nuca nervioso y coloco su espada tras su espalda.

Colors | MerlinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora