CAPITULO 9: CITA

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Al salir del hospital, se preguntaba el por qué la gran cantidad de sangre que llevaron a la habitación de Hellen. Para él era una gran cantidad de sangre, contabilizo 7 bolsas en una charola de metal.

Llamarte... han pasado 2 meses. Que novedades me tendrás.

-Ahora que lo pienso, no le dí follow en su Insta.

El celular vibró. Observó el número que estaba llamando. Era un número de teléfono de casa.

¿Será Saori?

Al contestar la llamada, una voz gritaba desde el otro lado, la voz era de Kanao. La voz notaba furia.

-¡Oye! ¿Como te atreves a salir como si nada de la escuela? ¿Sabes el lío en que me involucraste?

-¿Cómo sabes eso?

-Estúpido, soy la vicepresidenta. La presidenta Yamada me pasó el reporte, te saltaste 4 clases.

-Bueno, fue un impulso.

-¿Dónde carajos estás?

-En el hospital Lagos

-Que haces ahí. ¿Te pasó algo?

-Vine a ver a Hellen.

Hubo un silencio. El sonido fue omitido en ese instante, poco a poco el sonido de la respiración de Kanao se hacía presente, la mano que sostenía el teléfono de la sala empezaba a temblar. Sus ojos estaban preparados para llorar.

¿Porque lloraría? Solo somos simples amigos. Pero fue primero a ver a Hellen.

-¿Cómo esta ella?- dijo con voz desgarradora.

-¿Estas bien Kanao? Tu voz esta rara.

-Es la gripe. No te dijeron.

-Así, me dijo Aiko. Hellen está bien. Espera voy para tu casa.

Al colgar, Miru fue a una tienda para comprarle un pastelito y su bebida de café favorita. Kanao al colgar el teléfono que estaba en su sala, fue directo a su habitación y se tumbó en su cama. Tomó el panda de peluche y lo abrazó.

-Estúpido Miru, ¿porque primero fuiste a ver a Hellen?

Será que ya hayan iniciado una relación. No creo apenas se han conocido, yo conozco a Miru desde hace dos meses. Además, es muy antipático. Bueno con Saori le brillaban sus ojos. Quisiera ser el motivo del brillo de su corazón.

Alrededor de 20 minutos, desde la habitación de Kanao se escuchaba la voz de Miru. Se levanto de su cama para abrirle la puerta.

-Toc, toc. Se puede.

-Ja, Ja, Ja. Adelante, pasa.

-¿No se encuentra tu mamá?

-No. Anda en la oficina.

Al entrar su casa era muy pequeña. Solo es una pieza con baño y con una habitación, la habitación es de Kanao. Su madre duerme en la sala en un sofa-cama. El trabajo de su madre casi es de 12 horas diarias.

-Aquí tienes.

-¿Qué es eso?

Al agarrar la bolsa de plástico, se dio cuenta que eran unos pastelitos de chocolates y una lata de café caliente. Sus ojos de Kanao le brillaron, pero en un instante cambio su cara.

Un momento estoy enojado con él.

-Ujum, gracias.

-De nada.

-Bien ¿a qué viniste?

-¿Como sigues?

-Normal. -dijo de manera seca.

La mano de Miru se colocó en la frente de Kanao. Notó que estaba un poco irritada.

-Esto es malo. Creo que te dará calentura. Ve a tu cama. ¿Ya comiste?

-Eh, no.

-Ve a la cama, veré que hago.

Kanao fue a su habitación con su bolsa en mano. Se sentó en su cama dejando la bolsa a su costado. En la cocina se escuchaba los ruidos que Miru hacia con las sartenes. El olor de la comida se hacía presente. Kanao recordaba cuando su padre estaba en vida y le cocinaba su bento (lonchera japonesa) cuando iba a la primaria.

-Aquí voy.

-Ajá.

-Aquí esta. Arroz con un poco de carne y claro ya te di tu postre.

-Vaya. Se ve delicioso.

Al terminar de comer, Miru fue de nuevo a la cocina para lavar todo que uso. Regresó con Kanao, tocó su frente y sentía que aún tenía calentura. Para comprobar se colocaron frente a frente. Sus frentes se tocaban.

Veo sus ojos, ojos oscuros, pero veo en el un brillo. Un brillo especial. Es como estar viendo un cielo oscuro, que lo único que ves es una estrella. Mi estrella favorita. Quisiera estar así con él más tiempo.

-Siento que subió la temperatura.

-¿Ah? No, ya te dije que estoy bien.

-Traeré un recipiente con agua y un paño.

Kanao se acostó para que le colocaran el paño humedecido en la frente. Cada 15 minutos se le iba cambiando.

-

Y bien, ¿qué tipo de castigo tendré por saltarme 4 clases?

-Bueno, de eso se encargará la presidenta Yamada.

-Ya veo.

-Pero, tendrás otro castigo.

-¿Así?.

-Saldrás conmigo este sábado al cine.

Más allá de una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora