BAD DADDY | Joerick

10.- Tomorrow

Joel estaba sentado en su oficina, su padre le hablaba y hablaba mientras él simplemente miraba por la pantalla de su teléfono como las cámaras enfocaban al pequeño Colón. Este estaba con la cabeza recostada en el brazo del sofá mientras los guardaespaldas estaban con sus teléfonos, veía como el menor inflaba su pecho en un suspiro agotado, seguramente estaba aburrido.

Vio de reojo como su padre le colocaba papeles sobre el escritorio y decía algunas cosas las cuales no escuchó.

Ese día Abraham había faltado al trabajo por un problema familiar el cual desconocía, así que aún no había tenido sexo en lo que iba de la mañana y el comienzo del mediodía.

Su mente parecía agonizar ya que tenía bastante papeleo para leer, hoy se suponía que debía entregar el resumen del contrato con los Irlandeses para que mañana en la noche se cierre el trato en la cena, pero ni siquiera lo había leído, había pasado toda la mañana viendo a Erick a través de su teléfono, se aburría sin Abraham y estaba deseando tener al menor en sus brazos jadeando y gimiendo de placer ya que no tenía a su secretario.

Mordió su labio, quitando la aplicación en la que podía ver al ojiverde frente a las cámaras, presionó el contacto de Nikolas y llamó.

–Quiero a Erick en veinte minutos aquí, cuando llegue hagan que venga a mi oficina, luego se pueden ir –dijo sin esperar respuesta y colgó.

Cuarenta minutos luego llegó Erick, este tenía el ceño fruncido, se podía ver su enojo reflejado en su sonrojado rostro más ese puchero en los labios casi inexistente, casi.

Pimentel recorrió su cuerpo con la mirada, notando que llevaba pantalones puestos, no esa linda falda gris que tenía en la filmación de la cámara. frunció el ceño, viéndolo en silencio hasta que se sentó cómodamente en los sillones.

–¿Qué pasó con la falda que tenías puesta? –Erick rodó los ojos, no le gustaba que el mayor lo ande espiando.

–Hacía frío.

–Oh claro, para estar dentro de la casa con tres hombres no tienes frío y para estar en mi oficina sí –alzó una ceja, haciéndole una señal con la mano para que se acerque hacia él, la cual el ojiverde ignoró–. Ven aquí, joder –apretó sus puños, dejando sus nudillos en blanco para luego golpearlo contra el escritorio.

Erick se acercó a pasos lentos a él, sin querer que sepa que le había obedecido del todo, así que se tardaba para que le dé impresión de fastidio.

Al estar frente al castaño, este lo sentó en sus piernas quedando cara a cara. Hundió su rostro en el blanquecino cuello del menor, inhalando lo que más pudo.

–Tienes ese aroma tan dulce que me encanta, bebé –murmuró besando delicadamente la piel de esa zona–. Siempre estás tan perfumado –con su lengua hizo un recorrido hasta llegar a la yugular y morder suavemente, logrando que los labios sandías se abran para dejar salir un pequeño jadeo–. Dios Erick, cuerpo como el tuyo no encontraré en ninguna parte –se apartó lentamente, alzando apenas la mirada para ver esos ojos color verde–. Suerte que eres mío –sonrió de lado acercando ambos rostros para unir sus labios en un sincronizado beso.

La erección en los pantalones de Joel se hizo más grande cuando tuvo acceso al interior de la boca del menor, sintiendo el dulce sabor a alguna golosina que seguramente había ingerido. Jadeó cuando Colón movió sus caderas hacia adelante creando fricción. Separaron sus labios por un segundo para recuperar el aire y Joel pudo ver como el enrojecimiento en las mejillas del menor había aumentado. Rió internamente al pensar que podía poner a sus pies a aquel muchacho en sólo segundos, y viceversa.