13.- Broken Hearts

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Dos semanas después.

–Tienes que conseguirte una mascota Erick, estás muy solitario en tu departamento –habló Richard a través del teléfono.

–Cuando acepten mi solicitud para alguna de las universidades el pobre animal estará muy solo –abrió la nevera buscando una soda.

–Podrías conseguirte dos gatos así no estaría solo.

–Lo pensaré más adelante, aunque Joel esté pagando mis cuentas no quiero abusar de eso –tomó una lata de coca cola y cerró la puerta de la nevera.

–¿Has sabido algo de Joel? –preguntó y Erick chasqueó la lengua en el mismo momento que comenzaba a caminar fuera de la cocina.

–Nada –dijo simplemente, llegando al living, sentándose en el sillón.

–Es un alivio, ¿no? –Erick hizo una mueca sin ser consciente de ello.

–Sí, claro que sí –su voz sonó indecisa pero eso Richard no lo notó.

–¿Y cómo vas buscando el amor? –cambió de tema, el menor pudo oír como en el fondo hablaba una chica, la cual estaba preguntando el precio de unos zapatos Adidas.

–Uh, pareciera que soy un insecticida y ellos cucarachas, ¡Solo me duran horas! Luego de irse no llaman nunca –suspiró con un poco de tristeza–. ¿Y qué demonios, estás en una tienda? –preguntó para después abrir la lata y darle un sorbo.

–Ajám –afirmó, y se pudo oír como colocaban zapatos dentro de una caja y luego rsta era adentrada a una bolsa de papel más el "Gracias por su compra" de una voz femenina–. Quizás Dylan me deje dormir por las noches si le doy los zapatos que le gustaron tanto hace un mes, estoy harto de oírlo llorar y lamentarse hasta las tres de la mañana –bufó–. Y no te preocupes, tienes demasiado tiempo para encontrar a alguien. Debo irme, tengo que cuidar a mi cliente, nos hablamos –el ojiverde se despidió y la línea fue cortada.

Encendió el televisor colocando la bebida sobre la mesa ratona frente a él y comenzó a cambiar de canales.

Él quizás extrañaba a Joel, solo quizás. Se había acostumbrado en ese año entero a tenerlo cerca, escuchar sus regaños, gritos y palabras sucias a su oído. También conocía sus pasos a la perfección, sabía a ciencia exacta qué le molestaba y varias de sus alergias.

Se había acostumbrado a despertar en aquella cama, besar aquellos labios cuando dejaba de lado el trabajo y se quedaba algunas horas más en la cama a su lado, a los brazos en su cintura al dormir y al despertar.

Ninguna boca se sentía como la de Pimentel. Quizás a Erick le gustaba la rudeza con la que los labios del mayor reclamaban los suyos, como sus brazos tatuados se apoderaban de su cintura en público, como en cada momento de tener sexo lo hacía sentirse sexy con las palabras susurradas, y como lo hacía sentir suyo, protegido.

Ladeó la cabeza, le había comenzado a doler. Suspiró levantándose, saldría a caminar un rato.



•••



Veía a su alrededor y las personas parecían felices, lo que le jodía un poco sin saber por qué. Él debería de estar feliz, había estado esperando ese momento hace mucho tiempo. Gruñó por lo bajo cuando pasó frente a una pareja acaramelada. Las dos personas no dejaban de besarse y verse con dulzura. Rodó los ojos, buscando en su bolsillo su teléfono y auriculares.

Simplemente caminó hacia uno de los bancos que había frente a unas tiendas y miró como las personas caminaban, los autos pasaban y la noche comenzaba a caer de a poco.

BAD DADDY | JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora