14.- I Say You Goodbye.

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Joel salió del edificio donde vivía Erick tambaleándose. El llanto aún estaba presente, las lágrimas caían sin control nublando su visión por completo.

Él quería demostrarle a Erick que valía la pena volver, que podía ser el hombre de sus sueños, regalarle rosas todos los días si era necesario, componer canciones por él, hacer hasta lo imposible para hacerlo sentirse amado.

–Te demostraré que me tienes enamorado –susurró para él mismo, en su estado de ebriedad lo que iba a hacer era perfecto. Totalmente estúpido si lo piensas sobrio.

Vio al otro lado de la carretera que había acceso con una escalera a un balcón en la altura de dos pisos. Su cerebro le hizo entender que subirse y gritarle a todos que amaba a Erick sería buena idea, ¿y quién desaprovecha las buenas ideas?

Cruzó la calle sin antes ver a los dos lados ya que no pasaba casi nadie. Comenzó a subir escalón por escalón tratando de no perder el equilibrio ya que sus piernas y brazos lo traicionaban de a momentos.

Cuando por fin pudo subir se sentó en el borde, no tenía rejas de seguridad lo cual era muy peligroso ya que si se inclinaba hacia adelante caería.

Sonrió al sentir el aire fresco en su rostro, también en su cabello de forma sutil. Suspiró tomando su teléfono, colocando el llamado rápido, presionando el nombre del menor.

–No me llames más –habló este del otro lado, su voz sonaba frágil.

–Ven Erick –susurró.

–¡Te dije que no! ¿Acaso no entiendes?

–No Erick, ven. Estoy en el edificio de enfrente. Juro por Dios que si no vienes salto –asustó, claro que no saltaría. Estaba loco, pero no tanto.

–¿Q-qué? –la voz le tembló sorpresivamente al oír la idea del otro.

–Ven Erick –fue lo último que dijo antes de cortar la llamada.

Movió sus pies en el aire mientras esperaba al menor, suponía que no lo dejaría caerse si fuera cierto, así que simplemente se hizo hacia atrás acostándose. Miró el cielo nocturno un tanto nublado aunque se podían ver algunas estrellas resplandecer.

Esperó unos 10 minutos al ojiverde hasta que el menor apareció.

–¿Joel? –oyó que este le llamaba y sonrió para luego sentarse.

–Viniste –su sonrisa se ensanchó, al menos el menor se preocupaba por él.

–Ya deja tus mierdas Pimentel y bájate de ahí –vio como su chico se aferraba más al abrigo en el momento que el frío viento pasaba por su cuerpo.

–¿Puedes perdonarme, Erick? –se paró en el borde, mirando fijamente al muchacho iluminado por el farol de la calle.

–Las cosas no funcionan así Joel –miró hacia otra dirección para luego concentrar su mirada en el mayor.

–Entonces, ¿cómo? ¡Te pido que vuelvas para poder ser mejor hombre y te niegas, te pido que me perdones porque sin ti no puedo seguir e igual te niegas! –lo acusó con su dedo índice, tambaleándose hacia adelante, lo que hizo que el corazón del Baby se acelerara y chille–. Eso estuvo cerca –rió.

–¡Bájate de ahí! –gritó sintiendo que se desmayaría del susto.

–¡Vuelve a mi lado!

–¡Eres un maldito infantil!

–¡Este infantil te ama con su vida! –Erick cerró la boca, mirándolo atónito, se lo había confesado directamente, lo había gritado a los cuatros vientos logrando que sienta una gran presión en el pecho para luego sonreír apenas–. ¡Dime algo Erick! –abrió sus brazos, tambaleando su cuerpo a causa del alcohol.

BAD DADDY | JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora