18.- Epilogue

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Joel.

Recuerdo a la perfección el día en el que volví a encontrarme con Erick luego del accidente.

Entré por esa puerta, pronuncié su nombre y sus ojos se clavaron en mí. Yo solo me quedé mirando y pude sentir que el tiempo se detuvo. No sé qué fue, pero sentí que nuestras almas se saludaron porque quizás en alguna vida ya se conocían.

Magnífico, él era completamente fascinante, sus ojos, su cabello, sus labios. Lucía mil veces mejor que como había aparecido en mis sueños y su hermosa fragancia me atrapaba.

Sin poder contenerme lo besé, besé sus apetitosos labios que me pedían a gritos que los reclame, que deje mi huella en ellos.

Hasta ese entonces nada se había sentido tan bien como aquello, mi cuerpo parecía estar lleno de hormigas que no paraban de moverse y mi garganta se había cerrado, pareciendo angustia. Pero no, no era angustia, era emoción, alivio, amor.

Amor del puro, del que no se puede olvidar, el que no se puede dejar.

No sé qué me llevó a tomarlo de las mejillas, queriendo que nunca se separe de mi lado, rogando en mi interior poder sentir la suavidad de su piel para siempre.

Cuando menos lo espere, estábamos exigiendo oxígeno y separamos nuestros labios, pero nuestras frentes siguieron juntas, queriendo mantener el contacto.

Por mis mejillas rodaron lágrimas incontrolables mientras lo veía a los ojos, no podía creer que fuera real, que no fuera uno de mis sueños.

Su caliente respiración chocó contra mi rostro y sonreí enormemente, se sentía tan bien estar a su lado.

Lo abracé, lo abracé por mucho tiempo estando así, mojado y lleno de barro, sin importarme realmente que las demás personas piensen que era un vagabundo.

Me rehusé a soltarlo por mucho tiempo, al menos hasta que me convencí que él no se iría, que no volvería a sentir ese vacío en mi corazón nunca más.

Después de aquel día todo pasó muy rápido, él estuvo junto a mí en todo momento, yo le había dejado en claro a Abraham que no lo quería ver más y él luego de tratar de convencerme de que era mejor que Erick y hacer berrinches, se fue para siempre de mi vida.

Tras meses de tratamiento y con ayuda de Erick, logré recordar solo muy pocas cosas de mi vida.

Llegué a la conclusión de que no quería que Erick se fuera de mi lado por ningún motivo. Puedo decir con toda sinceridad que me encanta cada parte de su ser, como el brillo de sus ojos o su sonrisa tan amable, amorosa y a la vez tan contagiosa. Me encanta verlo caminar y sobre todo escucharlo hablar, porque me agrada en gran manera su conversación y en la forma como mueve sus manos cuando se expresa. Me encanta, porque siempre tiene la palabra exacta para mí y aún sin yo decir nada, es como si él leyera mi mente. Podemos simplemente caminar todo el día sin hacer nada y eso me agrada, porque me complace su compañía. Me encanta aspirar su olor antes de besarlo, porque esto es más que unir los labios, es un sinfín de sentimientos que realmente no sé cómo explicar. Pero, sí sé que me encanta, porque lo amo y él me ama.

Eso me llevó a la decisión de pedirle matrimonio al año de formalizar nuestra relación, ya no quería esperar más.

Él vestía con una falda celeste, yo le había dicho que ya no debía hacerlo, pero él me explicó que se sentía cómodo vistiéndose así.

Y yo no iba a negar que era totalmente hermoso verlo usarlas.

Hace poco había sido su cumpleaños número dieciocho y no pudimos celebrarlo juntos porque yo trabajé todo el día así que él se pasó el día luego de la universidad con Nikolas, Dylan y Richard.

BAD DADDY | JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora