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Capítulo I
⸺ A ver, a ver, resumamos... Quiero entender esto. Eres mi hada madrina, ¿verdad? ⸺ la mujer se había reclinado contra la cabecera de la cama y jugueteaba con la orilla de la sábana que apenas cubría sus senos. Se veía muy entretenida con aquella situación.
⸺ Ajá ⸺asintió ella, divertida al verlo pasearse de un lado a otro de esa horrible habitación, mesándose el cabello entre las manos, delatando su estado de nerviosismo y desconcierto. De pronto se detuvo y la enfrentó.
⸺ ¿Y concederás mis deseos? ⸺ preguntó de sopetón, aún pensando en que estaba drogado o algo peor.
⸺ Comienzas a entender la idea, tesoro⸺ guiñó ella, llevándose una paleta de caramelo a los labios. ¿De dónde rayos la había sacado?, pensó Steve, más confundido que antes. El verla con ese dulce en los labios le dio un tirón en la entrepierna que lo hizo pensar rápidamente en algo en lo que no debería estar pensando.
⸺ ¿Todos mis deseos?¿Sin pedir nada a cambio?⸺ murmuró en voz más baja, y ella sonrió, notando el tono en el que lo había dicho. Decidió ignorarlo. Por ahora.
⸺ Mh, pues, verás. La magia tiene reglas muy estrictas, similares a la de la alquimia. ¿Has escuchado hablar de Ley de Correspondencia? ⸺ él negó⸺ Es muy simple. Significa que, para recibir, debes dar algo a cambio, algo de igual valor. En este caso, lo que yo haré, será concederte un... vistazo, por así decirlo. Un vistazo a lo que sería tu vida si no hubieses tomado las decisiones que tomaste. Volveremos al momento de la decisión que cambió tu vida y, no la tomarás. Eso creará una versión alternativa de tu realidad. Ahora, puede que esta realidad te guste, como puede que no. Al final de la semana, te daré la opción de permanecer en esta realidad alternativa o de volver a la tuya. Ten en cuenta que la que elijas se convertirá en la real y la otra se desvanecerá para siempre: todo lo que estaba en ella, se perderá y jamás, jamás podrás volver atrás⸺ la voz de ella había bajado una octava al decir aquello y él comprendió que hablaba muy en serio.
Steve meditó por unos momentos. Largos momentos en los que la mujer creyó escuchar los engranes de su cerebro funcionando a toda máquina. Finalmente, habló.
⸺ Por lo que entiendo... cumplirás sólo este deseo, ¿verdad? ⸺ ella sonrió de nuevo, deslizando su lengua por el caramelo que aún mantenía junto a su boca.
⸺ ¿Hay algo más que desees? ⸺ preguntó en voz baja y él asintió, mirándola fijamente.
Había algo más que deseaba, claro que sí. Lo deseaba desde que la vio aparecer desnuda a su lado, lo deseaba aún más por el peso de esa mirada cargada de promesas indecentes, por la sensualidad que ella parecía no forzar y que, aun así, exudaba por cada poro de su cuerpo; lo deseaba porque llevaba cuatro meses sin sexo y si no hacía algo con ella, en ese preciso momento, sus pelotas iban a explotar. En resumidas cuentas, la deseaba a ella.