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Al día siguiente estaban en camino hacia la pelea. El ejército sajón ya estaba ahí, con la estrategia de Ivar pudimos derrotarlos fácilmente. Luego de ahí se dirigieron al reino de Wessex que para tu sorpresa estaba vacío, se habían ido.

Comenzaron a quemar lo que estaba al interior del castillo a excepción del ejército Escocés.

El rey Alec buscaba desesperadamente al rey Egbert, en tiempos en donde su tío Gilmore reino Escocia, el y Egbert intercambiaron bienes a cambio de tierras en Escocía

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El rey Alec buscaba desesperadamente al rey Egbert, en tiempos en donde su tío Gilmore reino Escocia, el y Egbert intercambiaron bienes a cambio de tierras en Escocía. Alec quería recuperar las tierras, a parte de vengar a Ragnar, recuperarlas también era parte del objetivo.

—Tráiganmelo vivo– ordenó Alec. Al igual que todos ahí, estaba cubierto de lodo y sangre por todo el cuerpo.

Voy a recuperar lo que una vez perteneció al reino de mi padre. Conquistare toda Inglaterra si hace falta. Pensó el joven Rey, la guerra contra los sajones había despertado algo en él, una sed de sangre de aquellos que perjudicaron a su padre en su momento.

El rey Egbert salió de donde estaba escondido, Alec sonrió maliciosamente al verlo, su carcajada hizo que se abriera paso hacia él.

Apresuró su paso sacando su gran espada dispuesto a clavársela justo en el corazón, no estaba pensando las cosas claramente.

—¡Alto!– le gritó Björn. Se gano una mirada amenazante del Rey de Escocía –Es el rey Egbert– continuó Björn acercándose para apartarlo.

—¡Se perfectamente quien es Björn! ¡Devuélveme lo que me pertenece!– grito histérico lleno de ira.

Sus hermanos corrieron para agarrarlo de los brazos evitando que cometiera algo estúpido.

—Si lo matas, no te regresará las tierras que te pertenecen– susurró Allyster en su oído. Este se tranquilizó un poco ya pensando con claridad.

Soltó una gran bocanada de aire que estaba reteniendo gracias a su ira.

Acaricias su espalda para tranquilizarlo. Ves que el rey Egbert palmea a Björn con una sonrisa.

Hvitserk te llamo, dejaste a tu hermano bajo la vigilancia de Duncan quien estaba todo lleno de sangre y lodo, había peleado con una agilidad y astucia que apenas tenía ligeras cortadas por su cuerpo. Lo seguiste a dentro del castillo, entrelazo sus manos haciendo que sientas cosquilleos en el vientre. Adelante de ustedes iba Floki, vieron a un sacerdote y eso hizo que Hvitserk soltara tu mano y con su cuchillo se lo clavo.
Cerraste los ojos a la acción de él, al abrirlos te encontraste con la mirada de Floki.

—¿Que?– preguntaste a la defensiva. Floki negó con su típica risita, él se fue dejando a Hvitserk y a ti solos.

El Ragnarsson se acerca a ti lentamente, una sonrisa se forma en tu rostro.

—Sígueme, mi reina– Te estremeces ante sus palabras, pero asientes. Te agarra de la mano guiándote a una habitación vacía con algunas cosas tiradas al suelo y otras quemadas. Te acorrala contra la pared besándote salvajemente.
Hvitserk te empujo para que quedes en su regazo en una de las esquinas de la habitación. Podías sentir el sudor comenzar a formarse debajo de las piernas y adherirse a tus pantalones. Él había saco su miembro de sus estrechos pantalones y introdujo en ti.

—¿Qué pasa?– Hvitserk murmuró en tu oído cuando sintió que tu cuerpo se tensaba bajo su agarre.

Su miembro descansando dentro de tu coño caliente fue suficiente para que te retorcieras en su regazo.

—Quédate quieta– Él se rió entre dientes mientras agarraba tus caderas con fuerza y ​​las mantenía en su lugar –Solo quiero descansar aquí– Él susurró en tu cuello perezosamente.

A pesar de sus palabras, puedes sentir cuando se endureció dentro de ti al menor apretón de tus músculos a su alrededor.

—¿Estás seguro?– Te reíste ligeramente y te apretaste a su alrededor otra vez causando un siseo silencioso en su boca.

—Sigue haciendo eso y podría inclinarte sobre esa mesa y follarte aunque todos nos escuchen o nos vean.

A pesar de su amenaza, sabías que no había ninguna verdad detrás y optaste por rodearlo con las caderas.

—Me estás volviendo loco– Él susurró en tu oído apenas empujando dentro de ti. Jadeaste cuando su punta te golpeó perfectamente antes de que apenas se retirara y empujara de nuevo hacia ti.

—Mierda– Susurraste cuando pequeñas gotas de sudor comenzaron a formarse en tu frente. Aprietas las caderas con las de Hvitserk cuando él comenzó hacer movimientos circulares dentro de ti.

Reprimiste tus gemidos, pero en un momento en particular estuviste a un segundo de desmoronarte por completo. Eso fue hasta que Hvitserk cubrió tu boca con su mano.

—Shhh– te susurró al oído mientras inclinaba tu cuerpo hacia el suyo –No queremos llamar la atención, ¿verdad?– Gemiste contra la mano de Hvitserk cuando él se inclinó y te mordió el cuello.

Justo cuando pensabas que podías controlarte, sentiste que los muslos de Hvitserk se tensaban mientras levantaba ligeramente la mitad de tu trasero y comenzaba a moverse en ti a un ritmo nuevo y rápido. Podías sentir que tu cuerpo comenzó a temblar en el nuevo ángulo. El placer fue enviado a través de ti en oleadas. Querías gritar y llorar mientras Hvitserk entraba y salía de tu coño. En cambio, le agarraste el brazo y el suelo debajo de ti mientras respirabas pesadamente en su mano.

—Dioses– gruñó Hvitserk –Te sientes tan bien a mi alrededor– Él susurró. Su aliento era caliente contra tu oído –Este coño es mío– Hvitserk gruñó cuando sus movimientos se volvieron descuidados –¿Me escuchas? Mío.

Asientes vigorosamente cuando él golpeó tu punto sensible, causando que prácticamente saltarás sobre su regazo.

—Mm ahí está– Hvitserk murmuró cuando comenzó a golpear tu lugar una y otra vez. Podías sentir tu líquido corriendo por tus piernas y tu estómago apretarse.

—Estoy cerca– Dijo mientras te bombeaba –Puedo sentir que te aprietas a mi alrededor. Córrete para mí, princesa– Ante las palabras de Hvitserk, sentiste que el nudo en tu estómago parecía expandirse con algunos empujes más antes de que explotara. Luchaste contra el impulso de gritar en la mano de Hvitserk y optaste por morder en su mano, no demasiado fuerte, por supuesto.

Hvitserk siseó debajo de ti ante el dolor y el placer que recorrían su cuerpo.

—Déjame derramar mi semilla dentro de ti. Por favor.

—Hazlo– Susurraste cuando la mano de Hvitserk se apartó de tus labios.

En un instante estaba gimiendo casi salvajemente cuando se derramó sobre ti. Jadeaste en silencio ante la sensación de su semilla caliente llenando tu coño empapado. Antes de que pudieras comprender lo que estaba sucediendo, Hvitserk se estaba metiendo de nuevo en sus pantalones y poniéndote de pie y fuera de la habitación.

—¿A dónde vamos?– Te reíste cuando él te miró con una mirada juguetona en los ojos.

—Voy a decirle a mis hermanos que me casaré contigo– Fue todo lo que dijo mientras te jalo hacia él. Suspiraste mientras lo seguías, preparándote mentalmente ante la reacción de los Ragnarssons.

𝐌𝐞𝐫𝐢𝐛𝐞𝐭𝐡 | VikingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora