4. Planes

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El plan de Fred pasaba por alquilarse una casa al lado de la de Conway para poder vigilarle, hasta buscarse un trabajo limpiando la comisaría para poder entrar.
La casa era una bonita finca de una planta de color crema y puertas de madera oscura. Lo bueno que tenía era que desde la habitación de Fred se veía perfectamente la habitación de Conway.

Aquella mañana observó como el hombre se ponía uno de sus trajes y se marchaba de su casa hacia la comisaría, a las 6 de la mañana, como todos los días.
Fred aprovechó la oscuridad que aún había para ponerse una chaqueta con capucha y acercarse a  la puerta de atrás de la casa. Con sorpresa observó que no estaba cerrada con llave. 

"El hombre es muy confiado por no poner ninguna alarma" - pensó Fred - "O no tiene nada de valor en la casa"

Caminó por la cocina. Abriendo los cajones y las puertas. Mirando los productos. El café que bebía el hombre era de marca, cogió una taza del fregadero y la olió, café solo, sin azúcar. Un hombre con las ideas claras. Le entraron ganas de probarlo pero el tiempo apremiaba. 

Pasó al comedor. No había ni una sola fotografía. Ni un cuadro. Y la decoración era neutra, como si no pasara mucho tiempo en casa. Un sofá grande negro de cuero, Fred deslizó su mano por el mueble sintiendo su rugosidad. Lo único que le llamó la atención fue una vela a medio encender encima de la mesa. La cogió para olerla, sándalo, un olor muy masculino, a Fred le gustó, tal vez la compraría. Volvió a dejarla encima de la mesa en la misma posición. 

Solo le quedaba el baño y la habitación, pero el sol comenzaba a salir por el horizonte y con el los vecinos de Conway para hacer ejercicio. Decidió volver otro día y seguir investigando. Salió por la misma puerta y se metió en su casa. 

Había descubierto un par de cosas del hombre. Que era solitario, sin familia. De ideas claras y olores fuertes. Un hombre de acción y fuerza. Aun tenia que seguir investigando más sobre sus rutinas, averiguar a que hora hacia ejercicio, que champú usaba, que colonia, la marca de cigarrillos... Sentía mucha curiosidad. 

Horacio acabó su turno en la comisaria, estaba muy cansado. Se sentía agobiado y frustrado. Y encima tenia el miedo de la muerte de Conway en el fondo de su cabeza. No podía dejar que le hicieran nada. Lo protegería con su vida si era necesario. Quería hacer un turno doble e investigar sobre el topo pero Conway le había mandando a casa gritándole que durmiendose no le servia de nada. 

Así que allí estaba en su casa. Solo. Como siempre. Decidió meterse en la ducha y quitarse el sudor de todo el día. Abrió el grifo y se metió en ella. El agua le calmó un poco los nervios. 

Después de la ducha se sirvió un whisky y se tumbó en el sofá frente a la televisión. Sacó su móvil y se metió en los mensajes. Tenia muchos mensajes invitándole a salir de Segismundo y Trujillo, invitándole a fiestas, pero no tenia ganas. Pegó un trago del vaso y entró en el chat de Volkov, tenia un mensaje sin leer. 

> Volkov: Horacio, le apetece tomar algo?

Horacio se mordió el labio. En el pasado habría  pegado saltos de alegría, con el corazón palpitando contento, pero ahora...Ahora no sentía nada, solo dudas  y dolor. Dudas por todo, por sus acciones y por sus decisiones. Dolor por culpa de Gustabo, su hermano, por su traición y por no haber podido hablar con el, por no haber podido pedirle una explicación. 

Suspirando se llenó otra vez el vaso y se lo bebió de un trago. Claro que le apetecía tomar algo, pero solo. Abrió el chat de Volkov otra vez y comenzó a escribir. 

> Horacio: No comisario. 

Cerró el chat y lanzó el móvil contra el suelo. No podía ser amable con Volkov. No podía ser amable con nadie más, porque si se abría a alguien le podían volver a traicionar. Y no lo aguantaría. Su corazón no lo aguantaría. Su plan de estar solo era mejor. 







Hazme Recordar ~ INTENDENTEPLAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora