6. Ayuda

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Horacio se levantó de la cama con mucho dolor de cabeza. El alcohol pasaba factura. Decidió tomarse un café para ver si se encontraba mejor. Miró el reloj, las seis de la mañana. Suspirando se levantó de la silla de la cocina y decidió vestirse, los turnos de mañana eran una mierda. Cogió unos pantalones negros y una sudadera gris, todo muy normal y básico. A veces Horacio miraba su armario con tristeza, nada quedaba del color rosa, los arcoiris y los tops. 

Cuando se vistió salió a la cocina donde se quedó mirando la taza de café decidiendo si tomarse o no las pastillas hoy. La verdad es que con ellas se encontraba mejor pero a la vez dejaba de sentir y eso le jodía mucho. Decidió no tomárselas, llevaba mucho tiempo con ellas. Y por una vez quería volver a ser Horacio y no una maquina sin sentimientos. 

Aparcó su coche en la comisaria y  entró en servicio. Después fue al vestuario a cambiarse. Dentro del vestuario estaba Volkov y Greco hablando, los dos iban vestidos con el uniforme de policía y estaban bastante serios. Ignorándolos avanzó hasta su taquilla y la abrió sin saludar a ninguno de los dos agentes. Estos comenzaron a murmurar mientras le miraban. Horacio les miró de reojo inseguro. 

"Están hablando mal de ti" - comenzó a escuchar en su cabeza. Horacio apretó los puños con fuerza y decidió vestirse rápido y salir del vestuario antes de hacer algo más. Aquella voz le daba mucho miedo, le recordaba sus peores momentos y lo dejaba deprimido. Hacia tiempo que no la escuchaba, pero hoy...

Una vez fuera de la comisaria pudo respirar tranquilo, el aire fresco de la mañana le permitió pensar claramente. A lo mejor tenia que haberse tomado las pastillas. Se subió a su coche y decidió pasar por su casa mientras hacia la ruta de patrulla. 

Justo cuando estaba a punto de llegar un coche rojo pasó a mucha velocidad por su lado rompiéndole el retrovisor derecho. Sobresaltado Horacio pegó un volantazo y chocó contra una farola. Su cabeza chocó contra el volante rompiéndole la ceja derecha. Gracias al cinturón no chocó con todo su cuerpo y no hizo saltar el airbag. Mascullando de dolor se agarró la cabeza. 

"Ve a por él" - volvió a escuchar la voz en su cabeza. Sin pensarlo ni un segundo echó marcha atrás el coche quemando rueda y aceleró persiguiendo al coche rojo. Puso las sirenas y comenzó la persecución. Esquivó varios coches y en pocos segundos consiguió golpear el coche y sacarlo de la carretera. Una maniobra perfecta. Con el coche patrulla cerrando el paso al otro vehículo Horacio bajó pistola en mano apuntando al sujeto de dentro. 

- ¡Sal del coche con las manos en alto! - gritó al conductor. Este salió despacio con las manos en la cabeza. Era un hombre de mediana edad, con el pelo  largo y negro. Llevaba una cazadora negra y unos vaqueros. No parecía de ninguna mafia. 

- Tranquilo hombre... - comenzó a hablar el sujeto. 

- ¡De rodillas subnormal! - le volvió a gritar Horacio de forma violenta y se acercó al sujeto que se arrodilló al momento. Sabiendo que la cosa no iba en broma el hombre borró la sonrisa de su cara. 

-  Ha sido sin querer agente no.. - en ese momento Horacio le pateó el pecho dejándolo contra el suelo. El hombre gimió de dolor y se golpeó la cabeza contra el asfalto. Alzó las manos intentando protegerse.

"Pégale un tiro...." - le ordenó la voz de su cabeza. Horacio dejó caer la pistola al suelo. No iba a matar a nadie pero sentía mucha rabia dentro de el. Se sentó encima del pecho del hombre y comenzó a golpearlo con fuerza. Con cada puñetazo se sentía mejor, una sonrisa se le colocó en la cara. Una sonrisa perversa. La sangre le salpicó en la cara y en los brazos. 

Estaba tan sumido en su cabeza que no vio como aparcaba a su lado otro coche de policía. El hombre del suelo ya no se movía pero el seguía pegando. De pronto notó como le agarraban de lo brazos, puso resistencia. No escuchaba nada, solo ruido blanco en su cabeza. Hasta que escuchó la voz de Volkov llamarle. Gritando su nombre. 

- ¡Horacio pare! ¡Joder! - Volkov se giró hacia Greco que estaba llamando por radio a alguien - ¡Greco ayúdame a separarlo!

Entre los dos consiguieron separarle y meterle en el coche de policía. Horacio vio como llegaba una ambulancia y metían al hombre dentro de ella. Tal vez no estaba muerto. 

"Buen trabajo..." - volvió a escuchar la voz y ese comentario le hizo sentirse bien. Se recostó en el asiento del coche y cerró los ojos. 

De pronto los volvió a abrir y se miró las manos llenas de sangre. La respiración se le aceleró y los ojos se le llenaron de lagrimas. 

¿Que había pasado? ¿Había vuelto a ocurrir? No, no, no, no, no... Se llevó las manos a la cabeza y se agachó todo lo que pudo. No podía estar pasando otra vez. No tenia que haber dejado de tomarse las pastillas. Sacó su móvil con las manos temblorosas y marcó un numero. 

- ¿Si?

- Ha vuelto a pasar - murmuró con la voz temblorosa - Ven... por favor. 

- Voy para allá. 


No sabia que pasó después pero Conway llegó como había prometido y arregló el desastre que había hecho. Mandó a Volkov y a Greco a patrullar sin darles ninguna explicación. Volkov discutió con Conway, quería saber que había ocurrido pero aun así se marchó mientras miraba a Horacio dentro del coche con un semblante serio. Estaba dispuesto a averiguar que había pasado. 

Conway se subió al coche y comenzó a conducir en silencio. Horacio no se sentía con ganas de hablar. Solo tenia ganas de llorar. Cuando vio hacia donde se dirigían se puso a llorar. Lagrimas ligeras  bajaban por sus mejillas. Se las quitó con el dorso de la mano con fuerza. Estaba cansado de estar así. De no poder vivir tranquilo. Conway aparcó el coche en el aparcamiento del cementerio y bajó cerrando la puerta de un golpe. 

- Baja - le dijo a Horacio - Vamos. 

Caminaron por el cementerio. Estaba vacío, no había nadie poniendo flores, ni sentado en los bancos. Los pájaros revoloteaban por los arboles piando. Era la clara estampa de la paz, pero Horacio no la sentía. Conway se paró frente a una lápida, se encendió un cigarrillo y la miró por un rato callado. 

- No me he estado tomando las pastillas... No ha sido cosa de un solo día - comenzó a explicarse. 

- Lo se - contestó Conway - ¿Sabes porque te he traído aquí?

- Me lo puedo imaginar - Horacio agachó la cabeza, no podía mirar el nombre de la lápida. 

- No, no es para echarte la bronca y llamarte capullo - dijo Conway mirándole - Es para recordarte que tu estas aquí y él no - señaló la tumba. 

- Lo se... 

- Entonces vas a dejarme que te ayude - sentenció el hombre - No quiero peros ni hostias, mañana vas a dejar de venir a la comisaria y vas a empezar a ir al hospital. 

- Pero... - comenzó Horacio dispuesto a decirle que no hacia falta que con las pastillas todo iba a ir bien. 

- ¡No! ¡Joder! - gritó Conway asustando a Horacio, era de las pocas veces que lo había visto así - No estas para estar de servicio y necesitas ayuda. Déjame ayudarte como no pude hacerlo con el. Mañana te acompañaré. 

Se quedaron en silencio mirando la tumba. Conway lanzó su cigarro al suelo y comenzó a andar hacia el coche. Horacio miró por una ultima vez el nombre de la lapida y se despidió. 

GUSTABO GARCÍA. 


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¡Hola! Espero que os haya gustado esta parte de la historia. Tenia muchas ganas de escribir como se sentía Horacio después del secuestro de calavera y sus consecuencias psicológicas. Como veis no esta muy bien pero va a buscar ayuda. Quizás en el hospital conozca al Dr Muerte... y pasen cosas. 

Como siempre os digo, podéis dejarme los comentarios que queráis. Muchas gracias por leer y nos vemos en el próximo capitulo.  


Hazme Recordar ~ INTENDENTEPLAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora