5. La vela.

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Fred entró en su casa y caminó hasta el baño. La única habitación que tenia la casa sin ventanas. Se sentó en el frío suelo, a oscuras y cerró los ojos intentando concentrarse. Intentando emular su entrenamiento. 

¿Que has visto? - le preguntó una voz en su cabeza. 

En la sala de estar había un sofá negro. Un cosquilleo eléctrico le recorrió su brazo. No, un sofá de cuero negro. En uno de los brazos del sofá había un cenicero con... ¿Dos colillas? Una sensación de chispazo le recorrió el cuerpo. No eran dos colillas, sino tres. 

En la mesa había una vela ¿De que marca?  Yankee Candle, lo ponía en el envase. ¿A que olía? A sándalo con un toque de madera. Y estaba a medio usar pero parecía que hacia tiempo que no la encendían. ¿Un regalo? No... una vela tan especifica no podía ser un regalo. 

En ese momento un fuerte dolor de cabeza le hizo encogerse e imágenes  que no recordaba pasaron por su cabeza. Un paquete envuelto de color negro con un lazo enorme. Unos brazos en traje cogiéndolo y abriéndolo. El olor a sándalo recorriendo una habitación, un olor que le sonaba demasiado. Pero justo cuando empezaba a ver algo más el dolor de cabeza se le pasó y las imágenes desaparecieron. 

"¿Que había sido eso? Cada vez estaba peor de la cabeza" - pensó para si mismo mientras se levantaba del suelo tambaleándose. Se quedó mirando su reflejo en el espejo, cosa que no hacia mucho porque no le gustaba nada. Sus ojos azules estaban cansados y sin vida. La cicatriz de su cara a veces le repugnaba. La guerra era una hija de puta. Se miró el pelo, lo tenia cada vez más largo y no quería llamar la atención. Se pasó la mano por los mechones blancos que enmarcaban su rostro, tendría que cortárselo pronto. 

Jack Conway entró en su casa y dejó las llaves del coche en la mesita de la entrada. De pronto algo le hizo mirar hacia el comedor. Algo andaba mal. Caminó por la habitación con paso lento observandola.

¿Habia algo fuera de lugar?

El sofá y la decoración estaba igual que siempre. Se dirigió hacia la cocina donde no encontró nada extraño. Justo cuando estaba a punto de dejarlo pasar su vista se fijó en la vela de encima de la mesa. Esa vela que intentaba no mirar todos los días pero que se veía incapaz de tirar.

******* FLASHBACK******

Conway se reclinó en su asiento, estaba cansado pero a la vez feliz. Era extraño, hacia mucho tiempo que no sensentia feliz en su cumpleaños. Porque si  era su cumpleaños aunque nadie lo supiera. Quizás Volkov pero el comisario era los suficientemente listo para no molestarle en tan señalado día.
De pronto sonaron unos golpes en la puerta. Era extraño porque no quedaba nadie en comisaría y el no esperaba visita.

- Adelante - la puerta se abrió despacio y una cresta roja se asomó por ella.

- Buenas noches superintendente - saludó  Horacio con una sonrisa de oreja a oreja. Detrás de el apareció Gustabo también sonriendo.

- ¿Que queréis nenas? - preguntó el hombre seriamente.

-No se ponga así Conway que no es nada malo - dijo Gustabo, parecía que escondía algo detrás de su cuerpo.

- Un bombón ruso nos ha dicho que es su cumpleaños... -dijo Horacio.

- ¡Tachán! - continuó Gustabo.

- ¡Sorpresa! - gritaron los dos a la vez, parecía que lo tenían hasta ensayado.

- Mmm... - murmuró Conway llevándose una mano a la cara para taparse la sonrisa. Si que eran unos verdaderos capullos... E iba a matar a Volkov por irse de la lengua.

- Venga viejo  que se que te ha gustado - le dijo Gustabo apoyándose en la mesa y dejando el regalo delante de él. Iba envuelto en un papel negro con un gran lazo.

- Ábrelo, que lo hemos elegido especialmente para ti...Y es un regalo serio eh, nada de dildos, por desgracia - acabó añadiendo Horacio

Conway cogió el regalo com cuidado y lo abrió lentamente un poco asustado por lo que podía ser. Se esperaba cualquier tontería de esos dos. Detrás del envoltorio habia una caja oscura que contenía una vela. Conway la abrió y la observó con detenimiento.

- ¿Y esto? - preguntó  sorprendido.

- Huelela hombre a ver si te gusta - Gustabo le hizo el gesto de oler la vela. Conway se la llevó a la nariz, olía muy bien la verdad, era un buen regalo.

- Huele bien super nenas - un cumplido era su manera de dar las gracias.

- En verdad la eligió Gustabo...- dijo Horacio mientras le daba con el codo en el brazo al rubio - Conoce sus gustos muy bien...

Conway miró a Gustabo a los ojos, este estaba sonrojado y no podía ni mirarle. Se cruzó de brazos intentando disimular.

- ¡Es para que su casa no huela a viejo decrépito! - gritó  y salio de la habitación rápidamente. Horacio se fue tras el riéndose y cerró la puerta. Una vez solo Conway miró el regalo otra vez y sonrió.

Había sido un buen cumpleaños.

*************************

Conway cerró los ojos alejando ese recuerdo. No era el momento de volverse melancólico. Además,  su instinto le decía que algo andaba mal. Pero no había nada fuera de lugar.

¿Estaba fallando su instinto? No. Quizás estaba más cansado de lo normal. O quizás era la carta de Calavera, que le había dejado con un mal sabor de boca. Tenía que descansar y estar al 100 por cien.

Cerró todas las puertas y ventanas y se metió en su habitación. Allí se desnudó y se metió  a la ducha. El agua caliente le relajó la espalda y el dolor de cabeza se disipó.
Cuando salió  de la ducha se puso su ropa interior, colocó  su pistola debajo de la almohada y se tumbó. Mirando el techo cerró los ojos e intentó dormir pero la sensación de que le estaban vigilando era muy fuerte. Suspirando cogió un libro de la mesita de noche, cuando se le cerrarán los ojos dormiría.

Desde la casa de al lado Fred estaba sentado en una silla al lado de la ventana en completa oscuridad. Observando a Conway.

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¡Hola! Capítulo más largo de lo normal y desde varios puntos de vista. Espero que os guste.

He visto que hay más interacción últimamente en los comentarios y que lo está leyendo más gente. Me alegro mucho y os doy las gracias.

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

Hazme Recordar ~ INTENDENTEPLAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora