Golpe

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Y ahí se encontraba el, leyendo en el escaso césped, apoyado en un enorme árbol sin hojas. Sus ojos danzaban al compás de las palabras de su libro y esa minúscula sonrisa en su rostro demostraba lo a gusto que se encontraba.

Alzó su mano y quito el flequillo que caía sobre sus ojos. Escuchó el sonido de su teléfono que lo pilló desprevenido y contestó con extrañeza.

- ¿Hola? –susurró-

- Hijo, ¿cómo estás? –escuchó la suave voz de su madre y su sonrisa se incrementó.

- Estoy bien, ¿y ustedes?

- Agotados, pero nada serio –rio suavemente- ¿Cómo van los estudios?

- ¿Qué crees tú, eh?

- Que siguen perfectos.

- No son tan perfectos, pero serán de su agrado.

-Eso esperamos. Adivina que, ¿Por qué crees que te estoy llamando? –la curiosidad despertó en él y mordió su labio inferior.

- ¿Para decirme que están bien?

- A parte. Solo quiero decirte que volveremos a casa.

Esas eran las palabras mágicas.

- ¿Enserio? –no logó ocultar la alegría de su voz, no tenía el por qué - ¿Cuándo?

- Eso será una sorpresa.

- Espero sea pronto. No los he visto por dos años –dijo el chico.

- Lo sabemos y lamentamos mucho eso, Yoongi. Pero sabes bien porque lo hacemos.

- Para no interrumpir mis estudios, losé. –su madre suspiró.

- Tengo que hacer unas cosas, hablamos más tarde.

- Claro. Adiós, mamá.

- Adiós, Yoongi.

La conexión se había acabado. Yoongi se levantó del suelo y suspiró. Le molestaba la idea de ver a sus padres tan pocos días, pero cuando acabe sus estudios podrás estar con ellos todo el tiempo que él quiera.

Su sonrisa no desapareció mientras volvía a casa. Infinitos pensamientos le invadían la cabeza al mismo tiempo que daba un paso; pensaba en lo que haría junto su familia cuando volviera. Todo lo que harían y lo que podrían hacer para disfrutar ese tiempo que les fue concedido. Un tiempo muy escaso para su gusto. Observó como un chico salió sorpresivamente de la otra calle y golpeó su cuerpo ocasionando que perdiera el equilibrio y cayera al piso.

El chico también había perdido el equilibrio, pero no había caído al frío suelo. Observó de reojo a Yoongi molesto y siguió corriendo entre las calles. El pelinegro se incorporó y limpió sus ropas húmedas algo extrañado. De la misma calle en el que salió el chico llegaron 2 policías agitados.

- ¡Disculpe! ¿Ha visto un chico de pelo algo rojizo? –preguntó un hombre.

- ¿Hm? Ah, se fue por allá –apuntó una calle y los policías echaron a correr sin decir un misero "Gracias".

Que extraño.

Se percató de que su libro había caído también al suelo, y no solo eso: Se había estropeado. Oh no, no, no y no. Nadie se puede meter con sus libros y dejarlos de esa forma. Sin dudas el chico las pagaría.

O intentaría hacer que lo pague. ¿Qué puede decir? Ni musculo tiene para darle su merecido. Ya encontrará otro modo.

 Ya encontrará otro modo

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