Cabello otoñal

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Era bastante molesto. Seguía repitiéndose que deber pía cerrar las cortinas antes de quedarse dormido y así no despertar con los putos rayos de sol en la cara, pero no. El libro era más importante. Se levantó de la cama y caminó hacia el baño dándose una pequeña ducha y vestirse con las ropas del instituto. Cepilló su cabello negro y masajeó sus ojos para despertarlo un poco.

Desayunó, tomó su mochila y directo hacia en instituto. Era toda una rutina jamás quebrantada y muy simple. Mantuvo la vista pegada en su libro y no se preocupó en el camino, se lo sabía de memoria. Pero chocar de hombros con otro chico no lo tenía en mente.

- Ten más cuidado imbécil –dijo el chico en tono seco.

- Perdón –murmuró sin alzar la vita y retomando la caminata.

- Espera, ¿No eres el chico de ayer? –fijó su mirada en el chico y efectivamente era el que había estropeado su libro.

- Y tú eres el que escapaba de la policía –dijo sin alguna expresión

- Si –dijo con un aire triunfante.

- Hubiera sido mejor si te hubieran atrapado –murmuró molesto.

La expresión del chico cambió: - ¿Tienes algo contra mí, mocoso?

- Me botaste y arruinaste mi libro. Obviamente eso me molesta, ¡Ni siquiera me pediste perdón!

- Tú te metiste en mi camino.

- Yo estaba antes de que llegaras, imbécil –no podía evitarlo. Yoongi no era para nada agresivo, pero si tenía que hacerlo lo haría.

- ¿Quién eres tú para llamarme idiota, eh? –las manos del chico tomaron el chaleco de Yoongi y lo jaló con fuerza hacia él.

- ¡Oye, suéltame! –exclamó el pelinegro intentando zafarse del agarre- ¡Joder!

- ¿Acaso no tienes fuerza? Já, que pena. Perro que ladra no muerde, ¿eh? –la voz del chico era totalmente de burla y Yoongi no toleraría eso.

Si más levantó su rodilla y la clavó en el estómago del chico.

La primera reacción del agresor fue soltarlo y sostenerse la panza por el dolor. Yoongi aprovechó ese momento para huir sin más, no quería terminar en una pelea.

- ¡Mierda! ¡Te la estás buscando! –escuchó. Supo en ese instante que el chico lo estaba persiguiendo.

Observó de reojo hacia atrás y el chico no mostraba ningún signo de estar cansado, en cambio, Yoongi sentía que se desmayaría. Lo suyo nunca fue el deporte. Buscó algún lugar por donde ocultarse y encontró un callejón. Se adentró y ese fue su error.

El callejón no tenía salida.

Supo que no se salvaría de ésta.

El chico de piel pálida sonreía y no estaba solo. Parece que mientras corría el chico había encontrado a sus amigos.

Eran tres contra uno.

Los muchachos se acercaban peligrosamente hacía el pelinegro paralizado el miedo. Uno lo golpeó en el rostro y el otro lo golpeó en el estómago.

Yoongi cayó al suelo.

- ¿Por qué provocas una pelea si sabes que no ganarás? –le dijo el chico antes de pegarle en las costillas.

Yoongi solo se cubrió la cabeza con los brazos y deseó que todo acabase.

No fue así.

Los golpes siguieron y Yoongi estaba por perder la conciencia. No se dio cuenta cuando por fin los golpes acabaron y el chico junto a sus amigos se había ido.

Sentía mucho frío. Su cuerpo se encontraba abandonado en ese callejón, la gente que pasaba cerca de ese lugar lo veía y no hacía completamente nada. Transcurrieron horas sin que lograse incorporarse y volver a casa. Cojeó sin más por las calles bajo la lluvia de aquel invierno y llegó.

Había una persona sentada cerca de la puerta de su casa y él no lo conocía. Al acercarse al desconocido el alzó la mirada.

Yoongi agrando sus ojos mientras observaba los ojos húmedos de aquel chico de tez pálida y cabello otoñal.

Yoongi agrando sus ojos mientras observaba los ojos húmedos de aquel chico de tez pálida y cabello otoñal

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