—Suéltame, Lan Zhan —murmuró con molestia, apresurando el paso para regresar al Jingshi lo más pronto posible, ignorando tanto como podía a su esposo y a sus niños, quienes se habían acercado a ellos debido al alboroto.
¡Genial! Ahora todos confundirían las cosas y creerán que el poderoso y limpio Hanguang-Jun se está doblegando por una mujer cualquiera, faltando a su esposo.
Bah, qué más da.
Wei Ying iba caminando completamente furioso, ignorando a la persona que más amaba en el mundo mientras éste seguía sus pasos con desesperación, buscando detenerlo, jalando de sus brazos o atravesándose en su camino, pero como siempre, su esposo fue terco y testarudo, saliendo de sus brazos una y otra vez, omitiendo cualquier plática y solo alegando que necesitaba regresar al Jingshi antes de hacer una escena frente a los junior que venían aglomerándose para ver lo que ocurría.
—Wei Ying —le llamó, más volvió a ser ignorado, llegando ya al jardín que rodeaba el Jingshi. Los discípulos menores se habían quedado atrás hace algunos metros, ni siquiera su hijo se había atrevido a interrumpir aquella escena de sus padres, incluso Lan JingYi había permanecido callado —. Wei Ying, para.
Cuando el menor entró al Jingshi, la puerta fue deslizada y cerrada en su cara, ignorando el mensaje de su esposo por querer estar solo y entrando a la habitación de todas formas.
Lo encontró en la habitación de ambos, con Chenqing girando entre sus dedos mientras él caminaba en círculos o de un lado a otro dentro de esas cuatro paredes, sentándose de golpe cuando sus túnicas blancas hicieron su aparición.
Chengqin nunca abandonó sus manos, seguía bailando entre sus delgados dedos, jalando de vez en cuando alguna que otra hebra de cabello negro que caía por enfrente del cuerpo de la mujer más hermosa que hayan visto jamás esos ojos dorados.
—Wei Ying... —ella extendió una mano hacia él, silenciándolo.
Si cualquier otra persona se hubiera atrevido a hacer esa barbaridad hacia el perfecto Hanguang-Jun, quien fuera... Seguro el segundo jade le hubiera arrancado la mano como mínimo, o lo hubiera atacado, incluso su secta lo estaría respaldando, lista para culpar a esa persona irrespetuosa al haber interrumpido a alguien tan importante como lo era él. Por lo menos, el látigo de disciplina hubiera Sido siquiera mencionado.
Pero pese a eso, Lan Zhan no pudo hacer más que bajar la mirada con aquella seña, guardando total silencio.
En esta ocasión, ni su título ni su secta podían hacer nada, él estaba a merced total de ese hombre, aunque ahora tuviera un cuerpo femenino, él era su ley.
Si Wei Ying le pedía al gran Hanguang-Jun que se arrodillada, lo haría, incluso mataría por él.
Él solo era un peón más bajo el mandato de esa profunda belleza, Wei Ying era su mundo.
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From Talismans to Blessings {°WangXian°}
Fiksi PenggemarWei Ying nuevamente tuvo un accidente con uno de sus nuevos talismanes, tan normal como ha sucedido ya varias veces en su pasado. Aunque ésta vez es diferente, porque cuando todo el humo a su alrededor se disipa, puede ver dos pechos hinchados deba...