Líneas Cruzadas

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Desde el edificio de administración, cierta japonesa observaba como en uno de los jardines, la rubia de ojos azules permanecía concentrada en su grueso libro, de vez en cuando Jeong tomaba apuntes, lo cual le ayudó a descubrir algo más sobre ella, era ambidiestra.

Tenía aproximadamente una hora observándola, y se preguntaba como es que Jeongyeon siendo tan sencilla podía lucir tan hermosa.

Tal vez la belleza natural que poseía le decía mucho, pero aún así, le parecía irreal y no dejaba de fascinarle, más con esa fachada de chica intelectual que Jeong tenía cada que usaba sus lentes, como en aquel momento.

Había pasado la semana entera pensando en ella, perdida en los recuerdos de esa noche donde bajo la luz de la luna se reflejó en sus ojos y se permitió disfrutar de sus inocentes caricias. Jamas imaginó que algo tan simple como eso fuera suficiente para acelerar sus latidos, pero Jeongyeon había logrado lo que nadie que haya conocido antes, llenar su corazón.

Sana y Momo aún se encontraban presentando la prueba que a ella le había tomado solo unos minutos terminar. Pues a pesar de no parar de pensar en Jeongyeon sus estudios jamás perdían su atención.

Decidió revisar su celular un momento y cuando levantó la mirada vió a las mayores dirigirse a ella. Sana venía revisando su cuaderno, confirmando si las respuestas que escribió en el examen coincidían con las del libro, y al parecer lo hacían pues cada vez sonreía más.

Mientras Momo, caminaba a su lado tan distraída como siempre, algo que nunca había sido extraño en ella, sin embargo últimamente estaba más rara de lo habitual, incluso había dejado de coquetear con todo el que se le cruzaba en el camino, y eso si que era preocupante.

Mina no mencionó nada en la semana pues las tres se preparaban para esa prueba, pero en vista de que ya había pasado y la mayor seguía igual, vió necesario intervenir con uno de sus interrogatorios y sus miradas intimidantes.

Habían pasado 4 días desde que Jeongyeon estaba viviendo con Nayeon y no había vuelto a su casa ni siquiera por alguna de sus cosas, pues aún después de pensarlo muchas veces y hablar con Tzuyu sobre ello, no entendía que había llevado a su madre a hacer algo así, aunque la palabra ambición fuera la más obvia.

Y no fue una sorpresa para ella el golpe que recibió por parte de la menor cuando le dijo que se había ido con Nayeon, aunque cuando le explicó sus razones, logró calmarla un poco.

Sin embargo era consciente de que a pesar de lo que le contó, Tzuyu seguía sin confiar en la coreana mayor, algo que entendía pues ella se encontraba casi del mismo modo.

Era jueves y se encontraba revisando sus apuntes para una prueba que tendría al final del día; se había ido al jardín para poder concentrarse, algo enormemente difícil, pues la verdad era que ni siquiera la cantidad de vasos sanguíneos que observaba en la imagen de la portada de aquel libro se comparaba con el enredo que era su vida en aquel momento.

Ajustó sus lentes sobre su nariz ignorando la sonrisa que se formaba en la japonesa debido a ello, y su mano empezaba a doler de tanto escribir por lo que agradeció ser ambidiestra y poder usar la otra.

Con respecto al señor Yoo, había hablado con él el día anterior. El mayor llegó a la universidad y fue solo una increíble casualidad que Nayeon estuviera ocupada y ese día no fuera por ella.

Aceptó hablar con él un rato, le comentó sobre la reunión que le prometió a Nayeon y no pudo evitar reírse por la reacción que tuvieron ambos cuando se pusieron al corriente sobre lo que habían hecho esos días.

Flashback

Jeongyeon estaba hablando con el mayor en la cafetería cerca de la universidad.

Esmeralda Japonesa || JeongMiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora