FLASHBACK (hospital
Ya llevo tres semanas en esta mierda de hospital. Me obligan a ver al puto psiquiatra (¡joder, qué no estoy loca!), a la mierda del nutricionista, al psicólogo, y tengo a cuatro malditas enfermeras dando por el culo a mi alrededor como buitres. Mi madre se presenta aquí cada tres por cuatro para en enseñarme fotos de casas a donde nos podemos mudar. Está obsesionada con que nos vayamos de Madrid. No ve que soy feliz aquí, y que mis kilos de más me van a acompañar al lugar al que nos marchemos. Cada vez que aparece por mi habitación, revolotea examinando cada detalle. Creo que necesita buscarle un significado, en vez de concretar.
Todo el tiempo que puedo, lo paso en mi habitación. No soporto salir a pasear por mi planta y ver a los otros niños, los de las enfermedades graves. Aunque se esfuerzan por sonreír, la sonrisa no llega a sus ojos cansados. Son ángeles a los que les han cortado las alas, y permanecen anclados a las blancas estancias del hospital, varios de ellos conectados a máquinas o con oxígeno. Mucha gente dice que por lo menos están vivos, yo no lo veo así: al fin y al cabo, están encadenados de por vida. De todas maneras, me alucina cómo son capaces de mantener un poco de esperanza, escondida en la luz de sus pupilas.
Los que más luz tienen son sus padres, sus hermanos, sus abuelos... y siempre se ha dicho que la esperanza es un sentimiento positivo, pero no siempre es cierto. Cuando no hay posibilidad alguna, las ilusiones pueden llevarte hasta la locura.
Y por eso prefiero quedarme en mi cuarto
Desde que estoy en el Niño Jesús, he vuelto a dibujar para matar el tiempo entre pastilla y pastilla. Regularmente tomo Orfidal, pero a veces el médico me añade algún medicamento más. Me despiertan a las tantas de las mañanas con un vaso de agua en una mano y píldoras en la otra. Al negarme a tragármelas, me las meten en vena, y ahí sí que es imposible resistirse, porque la aguja sólo me hiere a mí.
Los dibujos me salen oscuros, con grandes ojeras y miradas perdidas. Supongo que, aunque me esfuerce por no reflejarlo, éste sitio me influye.
Entiendo lo que me dicen las enfermeras-buitre; yo misma pensaba aquello al ver las chicas con aspecto de esqueleto en las revistas de moda de mi madre. Claro, que la cosa cambia cuando eres tú la que llora arrodillada frente al váter.
Este capítulo me ha salido cortisímo, pero tengo excusa: las Navidades. Este capítulo se lo dedico a la preciosa de klucero08.
FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO 2015 A TODOS Y GRACIAS POR ESTAR "AL OTRO LADO".
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Nadie dijo que fuera fácil
RandomDedicado a los que han descubierto que hay vida antes de la muerte. Alessa es una chica de 17 años que hace 3 meses sufrió bulimia. Ahora acaba de mudarse con su madre a Barcelona y se enfrenta a la tarea de integrarse en un instituto. ¿Reaparecerá...