Estaba arrodillada delante de la taza del váter cuando oí la llave entrar por la cerradura. ¡Mierda! Se suponía que ni mi madre ni su estúpido novio llegarían antes de las cinco. Obviamente me había equivocado. No me dio tiempo ni ha tirar de la cadena porque acto seguido mi madre entró en el baño. Su asombro al verme en tal situación la quitó las ganas de mear.
-¿Alessa? Alessa, cariño...¿qué haces?
No era obvio ni nada.
Justo después comenzó su habitual arranque de victimismo, como si fuera ella y no yo la que estaba jodida.
-¡Pero qué he hecho mal! He intentado ser buena madre, siempre te he dado lo que has querido... ¿¡por qué me haces esto!?
Sí, mamá, vomito precisamente para arruinarte a ti. Es la gran misión de mi vida.
Mi madre tiene el increíble don de atribuirse el protragonismo en toda situación. Si hubiera decidido ser actriz no lo hubiera logrado, pero no por falta de talento, sino por chupar demasiado foco ajeno.
Y no es que no se me notara la delgadez. Había tenido que renovar mi armario tres veces en cuatro meses, porque había pasado de una talla 42 a la 38. Pero claro, mi madre ni zorra idea. A veces eso me resultaba horrible, luego cuando te acostumbras no es tan malo: puedes salir de casa a todas horas sin preocuparte, siempre y cuando no se refleje demasiado en tus notas y los demás sigan pensando que tu vida es la ostia, aunque no lo sea para nada.
Me da que en ese momento mi madre tuvo unos de esos momentos de lucidez que tanto brillan por su ausencia.
-Esto no puede seguir así.- sentenció -Las cosas van a cambiar a partir de ahora.
Y joder si cambiaron.
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Nadie dijo que fuera fácil
De TodoDedicado a los que han descubierto que hay vida antes de la muerte. Alessa es una chica de 17 años que hace 3 meses sufrió bulimia. Ahora acaba de mudarse con su madre a Barcelona y se enfrenta a la tarea de integrarse en un instituto. ¿Reaparecerá...