Sin decirle nada a las gemelas salí corriendo hasta la cancha, tenía tan sólo unos segundos de ventaja contra los P y tenía que aprovecharlos.
Al llegar vi a Michael caminando de un lado a otro dubitativo con las manos en los bolsillos del pantalón gris cerca de la pared de los vestidores. Examiné con rapidez el lugar y caí en la cuenta de algo aterrador: en las canchas no había cámaras. Entré en pánico y corrí hacia Michael, cayendo en la cuenta de que tampoco había estudiantes en rededor.
− ¡Dalila! ¿Qué haces aquí? Pensé que estabas enojada conmigo.
−Eso no importa ahora, Luis te vio solo y avisó a Gael y a los gorilas, ¡Tenemos que irnos! ¡Vienen para acá!
−Espera, ¿Quiénes son los gorilas?
−Los de último grado, ¡¿Puedes preguntar eso después e irnos, por favor?! −Intenté jalarlo a la salida de las canchas, pero él seguía poniendo resistencia.
−Dalila, no.
− ¡¿Cómo que "Dalila, no"?! ¡¿Quieres que te golpeen también?!
− ¡No seas idiota! Pongamos tu plan en marcha.
− ¿Mi plan? ¿De qué hablas? Olvídalo, hablemos de eso después, ¡Vámonos!
− ¡Que no! Mira, sólo pon a grabar en alguno de nuestros celulares y ellos quedarán registrados en video. Habrá pruebas que demuestren que son atacantes y podrás testificar en su contra.
− ¡Vamos a salir heridos!
−En todo caso saldré yo herido, te protegeré. Es el precio a pagar por que ellos se metan en problemas.
− ¡¿Por qué los hombres siempre quieren hacerse los héroes?!
Pero Michael ni siquiera me estaba escuchando. Ya había encendido su celular y estaba abriendo la cámara. Lancé un quejido exasperado e imité su acción sintiendo los estragos de la ansiedad arremeter contra mí.
−Que sepas que voy a estar mucho más enojada contigo después de esto.
Espeté y empecé a grabar, para luego poner el celular en el bolsillo de mi falda dejando la parte de la cámara fuera para que los alcanzara a captar.
No pasaron muchos segundos hasta que los vi aparecer en la cancha. Los deportistas iban al frente y las chicas iban en la parte de atrás. Tragué fuertemente saliva y respiré profundo. Gael pareció notar eso y sonrió mientras se lamía los labios en un gesto diabólico. Mi mirada cayó en Sebastián quien intentaba mantenerse neutral, pero alcanzaba a palpar su preocupación.
−Miren nada más: Son Michael y Dalila. ¡Vamos a matar dos pájaros de un tiro! −Exclamó Gael estirando los brazos. Los dos gorilas a su lado se rieron.
−Muchachos, esperen, esperen. Creo que Michael entiende lo que va a pasar −Dijo Camila pasando al frente−. Te voy a dar la oportunidad de que aceptes mi generosa oferta, te salvas tú y tu amiguita.
−Oigan, esto es entre ustedes y yo, dejen a Dalila en paz. ¿No fue suficiente la paliza que le dieron la otra vez?
− ¿Suficiente? Yo me quedé con ganas de seguirla golpeando −Comentó Steven riéndose a lo que el resto asintió−. ¡Por cierto! Gracias por no delatarnos, fue muy amable de tu parte, Dalila.
−Vete al diablo.
− ¡Qué boquita! −Exclamó Lisa desde el fondo concentrada en su celular.
Quise decir algo, pero sentía que si seguía toreándolos iba a terminar por lamentarlo. Me tragué mis palabras y en su lugar me acomodé para que el celular los enfocara más.
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Damage.
Teen FictionDalila solo quería terminar sus últimos dos años en la escuela viva y tranquila, pasando desapercibida como lo había hecho desde que el salón se dividió en populares e impopulares. Desgraciadamente la vida no es como tú quieres sino como el azar y l...