Capítulo 16

1.4K 182 39
                                    

Temblando abandona la ducha, el agua tibia no logra mantener su cuerpo cálido, una vez sales de ella estás temblando.

Su móvil vibra en un mensaje, va rápido, entusiasmada creyendo que es Georgios.

Su boca se tuerce en una mueca desagradable, en la pantalla vislumbra un número desconocido.

Deslizando sus dedos por la pantalla, abre el mensaje.

'Buscaré la forma de que seas mía, Cherise.

Buenas noches hermosa.

K. D.'

Nadie más que el loco de Konstantino puede ser, no conoce a ninguna otra persona que tenga esas iníciales.

Cansada elimina el chat, bloquea este número.

Termina de vestirse con una larga pijama. Si Georgios estuviera a su lado, no tendría calor.

Toma la pastilla de emergencia, ingiriendo el contenido de inmediato, guardando el sobre bajo su almohada, dentro del forro.

No puede fiarse, las empleadas dentro de su casa son leales a su madre, si descubrieran aquel pequeño sobre, de inmediato irán con el chisme a Callia.

Pretende ir a por su lienzo y pinturas, nivelando a la vez la temperatura de su habitación. Se detiene a medio camino cuando tocan su puerta.

—Adelante —alza el tono retrocediendo.

Pintaría a Georgios, ese será su regalo de graduación, junto a alguna cena romántica.

Su cabeza maquina muchas ideas. Le gustaría darle el mundo.

Su cuerpo entra en estado de tensión y alerta, al ver a su madre ingresar ya con pijama.

Parece relajada incluso al cerrar la puerta detrás de ella, dándole el frente es entonces que puede ver que esa tranquilidad que proyecta es solo un espejismo.

—Buenas noches, mamá, ¿Qué se te ofrece? —pregunta cruzando sus brazos bajo el pecho.

Su corazón late muy rápido dentro de su pecho, su pulso acelerado, preparándose para cualquier cosa inesperada.

—Hablar —simplifica tomando asiento en la cama de su hija. Palmea el lugar a su lado.

Con pasos y cuerpo temblorosos, Cherise se sienta a una distancia prudente.

Los seres humanos sentimos cuando hay mala vibra en el ambiente.

—Creo que hablar no es algo practiques seguido, mamá —afirma directa, no muerde su lengua y nada similar, está acostumbrada a decir lo que piensa sin reparar.

Suele pensarlo en ocasiones, pero hay personas a las cuales no les puedes moderar la verdad.

—No he dicho que hablaras tu —corrige cruzando las piernas —. Hablaré yo.

La fuerza con la que la pronuncia es intimidante.

—Habla de una buena vez, mamá, tengo sueño y necesito dormir.

Parece no escuchar su petición.

Callia se toma su tiempo para estirarse.

—Bien —hace una pausa, acomoda su cabello rubio aún lado —. Georgios Floro —el corazón se le detiene —. 24 años, se gradúa en tres semanas de agronomía, sus padres son unos pobres infelices que tienen un puesto en el mercado vendiendo vegetales y demás víveres, su hermana menor trabaja en una boutique, recién irá a la universidad y su hermano mayor es seguridad en un supermercado, ¿Insignificante no?

Por siempre mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora