Capítulo 7

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Chantaje, a eso se resume todo, Cherise no puede comprender como simplemente su madre le hace semejante oferta.

¿Es que acaso su felicidad no vale nada? ¿Su palabra no significa nada? Ellos no tienen como secreto que a ella no le agrada ese hombre, esa maldita obsesión que tiene con ella le parece incluso temeraria, solo hay que ver cómo la mira, un cuerpo, un pedazo de carne, algo que cree poder manejar a su antojo.

No, ella no es nada de eso, tampoco va a resumir su vida a una condena de jaula de oro. Prefiere no tener nada, pero si ser libre para decidir de sí misma sin consultarle a nadie.

Pobre de quién se case con Konstantino, ese hombre no le hace la vida fácil a nadie de su alrededor, tampoco sabe cómo ocultar su lado esquizofrénico.

La toca sin permiso y encima su madre dice que no es nada.

Indignación, nadie debe tocarte sin tu consentimiento, cuales sean las circunstancias en las que estén los papeles no importa, es violación viéndolo de toda perspectiva.

Los deja ahí, a todos parados mirándola como un fenómeno, las personas a su alrededor cuchichean sobre lo primero que se le va a la mente, chisme, ella, él, como pudo rechazarlo se escucha a medida que se abre paso entre las personas.

—Bien pueden quedárselo cualquiera que quiera —masculla con los dientes apretados.

Toma la primera copa de champán que encuentra para tomársela de golpe, necesita calmar la ira que crece dentro de ella o explotará en cualquier momento, sabe que lo hará.

—Cherise...—levanta la mano.

—Ahora no, Bemus, disfruta de tu fiesta.

Sigue su camino a su mesa, las uñas de las manos le hacen daño a su palma por tanta presión que está ejerciendo.

—Deberías pensarlo, hermana. Estuve analizando y Konstantino no es tan malo como parece.

Detiene su andar de golpe, incluso cree doblarse el tobillo.

—No puedo creer que estoy escuchando eso de ti, Bemus, ¡Eres mi hermano! —grita frustrada.

Llama más de una atención, pero ya que, escucharon el otro espectáculo, mañana sus fotos estarán en el periódico.

Vaya sociedad que vive del chisme.

—Porque lo soy y te quiero es que estoy pensando en ti —se justifica el gemelo.

Cherise bebe la segunda copa en menos de cinco minutos, agradece el frío que baja por su garganta, digiere el nudo que se le ha formado.

—Tal parece que piensas igual que ellos —señala a su espalda a los padres —. Te estás dejando influenciar por el dinero, pero no estás pensando que, si realmente me quieres, sabes que él no es para mí, hará mi vida miserable.

Bemus peina su cabellera en un gesto nervioso, no quiere echarse a esa familia encima, tenerlos de enemigos es tener al diablo por lo mismo. Son la familia con más poder en toda Grecia, ellos ahora no tienen nada salvo deudas por doquier.

—Hermana...—sisea bajo.

—Vete a tu mesa, Bemus —lo detiene dejándolo solo al instante.

Quiere irse, pero de pronto lo recuerda, habló con Georgios y se sintió bien, lejos de toda la sociedad, de los prejuicios, de las insinuaciones de su madre para un matrimonio por conveniencia.

Sin saberlo él la saca de la realidad.

Cherise tampoco sabe que también tiene el mismo efecto en Georgios.

Por siempre mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora