Capítulo 21

1.3K 167 52
                                    

Inadmisible para Callia que aquel pobretón esté frente a ella, retándola desde su posición, que su única hija lloré por él. Es más que notable la desesperación en Cherise por el estado de ese muerto de hambre.

—Estoy bien —asegura apenas con fuerza, las costillas debido a los movimientos le han sacado mucha energía siquiera para poder moverse —. No llores, tranquila...

Con esfuerzo Georgios busca detener las lágrimas que se derraman en el rostro de Cherise. Su hermosa chica se encuentra muy preocupada.

—¿Quién es este chico, hija? —interviene Bronte en el panorama.

La ira de inmediato se interna en el cuerpo de Cherise, de un solo manotazo aparta las lágrimas con furia.

Entrelaza con sumo tacto sus dedos con los de Georgios, le tiembla todo al principio, sin saber exactamente a donde colocar su palma.

—Es mi novio —brama molesta —. Fuiste tú...—señala a su madre —. Tú lo golpeaste, ¡Te advertí que no lo tocaras!

Bemus asustado por los gritos entra en escena.

Jadea horrorizado por el chico con moretones que desfiguran su rostro.

—¿Qué está pasando? ¿Por qué gritas, Cherise? —indaga nervioso Bemus.

Su enfermedad lo lleva a experimentar situaciones o escenarios violentos en crisis.

—No soy responsable de que este...tenga enemigos —contesta Callia, ocultando tras una cara serena, lo que siente solo por presencia de Bemus —. Cariño, no pasa nada, ve a arribar.

La dulzura de su madre no tiene el efecto propuesto, dado que Bemus se queda observando el aspecto del hombre frente a la familia, y más como Cherise se ha posicionado delante de su cuerpo, táctica de defensa.

Ese es el hombre por el cual Cherise rechaza a Konstantino.

—Mi nombre es Georgios, señora —corrige educado, sin gritos o insultos, recordando que por más que actúe como una delincuente, sigue siendo una mujer —. No importa quien haya sido, solo importa decirles algo, si estoy aquí es por Cherise, por dar la cara, no me escondo como cobarde, de nadie en específico, tampoco tengo miedo. Una paliza no va a lograr que yo me aleje de Cherise como tanto se procuró que me repitieran con cada golpe.

Cherise aprieta el puño, los dientes, el cuerpo.

Deja escapar un grito de frustración, enojo que había retenido, Bemus se encoge en su lugar, Bronte la ve sorprendido, Callia se muestra igual.

—Te advertí que tendría consecuencias —repite —. Pondré una denuncia en tu contra, mamá. Mi padre no haría eso.

Bronte pasa seguido las manos por su cara y cabeza.

—Es tu novio, no dijiste nada, Cherise —reclama dando de lleno su rostro.

Cherise se encoge de hombros, pasa el brazo de Georgios por su cuello, así puede ayudarlo a mantenerse en pie.

—¡Te volviste loca! —Afirma Callia en medio de la histeria que le carcome por dentro —. Denunciar a tu madre por un don nadie.

Georgios decide interceder:

—No soy un don nadie, señora, tengo nombre y apellido, porto identificación, no estoy muerto.

Cherise piensa con rapidez.

—Me largo de esta casa, mamá. No le hagas caso, amor, debo llevarte a un médico y luego que levantes una denuncia —por alguna extraña razón, siente que a pesar de ser su madre, no le afecta saberla tras las rejas.

Por siempre mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora