Capítulo 28

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A esa hora de la mañana el día es más frío, la temperatura sube unos grados cuando son entradas las doce del mediodía.

El frío de la playa junto al rocío la reciben, erizando un poco su piel, mientras que a la vez la reconforta, frío y vacío, así como está ella.

Desconoce la razón por la que aún no ha desfallecido, jamás imaginó que se podría sufrir tanto, que las lágrimas no se detienen, que el sentimiento de desamor y rechazo pudiera abarcar todo su ser, deteniendo su vida a la nada.

Se siente miserable.

Los titulares de periódicos encabezan su supuesta boda de amor arrollador, estupideces como; En un arrebato de amor decidieron casarse de una vez.
No querían perder tiempo.

Otros más instigadores escribiendo cosas como; La pareja espera a su primer bebé.

Como si eso fuera posible.

Jamás tendrá un hijo de Konstantino, existe un único hombre en su vida, así se quedará y por más que suene deprimente, los que aman de verdad la entenderán, el hecho de imaginar a otro tocando su piel, le produce náuseas hasta el punto de que la bilis le sube a la garganta, amarga y cruel, con sabor horrible como ese que trae desde su desdicha.

La soledad de la playa a esa hora y debido al clima le sienta bien, ese espacio es sagrado para ella.

Justo por donde sus pies se arrastran por la arena, ensuciando las medias negras de ella, Georgios y Cherise habían estado juntos, no juntos solo para tomarse de las manos y caminar, sino que hicieron el amor; aquel día era tarde de la noche, amanecieron juntos como se les estaba haciendo costumbre, caminaban admirando el horizonte, los besos se dieron, las caricias subieron de todo y la pasión los sorprendió arrastrándolo a ese mundo del que solo ellos eran participe.

Se le es imposible no rememorar el momento, cerrar los ojos para verse a ambos sobre la arena, uniéndose, la ropa permanecieron en sus lugares, hacer el amor con ropa fue esa noche.

Desea que el tiempo retroceda, tenerlo ahí, volver al momento sin dejarlo ir. Más que añorarlo siente ese deseo que solo Georgios le provoca.

Algo más se rompe dentro de ella, desconoce el que puede ser esta vez, puesto que ya su corazón debe estar tan roto que simplemente carece de trozos para seguir rompiendo.

—Te amo, te voy a amar siempre —para su mayor tristeza, el sonido de un avión rompe el silencio del cielo, la dirección de donde viene es justo del aeropuerto y calculando la hora de despegue del avión en el cual Georgios irá a México, debe ser ese —. Encuentra la felicidad, lucha por lo que quieras, lo lograrás, eres fuerte mi amor, solo espero que algún día puedas perdonarme, porque yo no sé si pueda.

Pese a saber con absoluta certeza, que verlo con otra mujer o saberlo al lado de alguien más, destroza lo poco que es, porque se siente nada, absorbieron su esencia y solo queda un caparazón de quién fue Cherise. Ante todo eso, lo ama con todas sus fuerzas, su mayor deseo es su felicidad, ahí la carga tan pesada que lleva sobre ella y sus hombros disminuirá.

Le toca cerrar esos pensamientos, quedarse con aquellos momentos donde compraban un solo helado gigante para comer del mismo y con la misma cuchara, los atardeceres desde alguna montaña, corretear bajo la lluvia, ver salir el sol algunas mañanas, el rocío de las flores, estar unidos uno con otro a cada lugar donde fueran o con quien fueran.

El sentimiento de asesina la llena, si tuviera los escrúpulos y las agallas para acabar con Konstantino lo haría.

Él sigue su vida como nada, la foto de perfil de sus redes sociales, es esa donde desmayada él no deja sus labios.

Por siempre mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora