Capítulo 55 🔥

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Lleva esperando en la sala de espera más de una hora y media, nadie le dice nada, tampoco si quiera se ve rastros de los doctores que las recibieron.

Dentro del cuadro clínico de Eros está bien, solo se mantendrá ahí por unos días en lo que su sistema expulsa la toxina que a mayor cantidad ingirió al estar dentro de la casa por varias horas sin que nadie abriera las ventanas. El químico tardó demasiado en morir, por lo tanto tiene efectos secundarios a niveles altos.

Zoé, Gavril, los chicos, incluso la esposa de Anubis se pasean de un lado a otro por la sala haciéndole compañía.

Afortunadamente a ese maldito psicópata —le genera asco, rabia, odio a niveles colapsables mencionar su nombre —, no fue ingresado al mismo hospital que su familia, porque de lo contrario lo mataría por encima de la custodia policial que tienen, es un prófugo de la justicia, una persona con trastornos mentales esquizofrénicos, un peligro para la sociedad.

En la cabeza de Georgios rondan todos los escenarios, Cherise con la ropa hecha trizas, la marcas en su cuerpo sus piernas manchadas de sangre, Cherise herida, Nefertari inconsciente y con un gran color en la cara.

Todo lo peor pasa por su cabeza.

—Georgios, hermano, vamos a que te vea un médico —insiste Gavril por décima vez en los últimos cinco minutos.

Se quita el agarre que le echa al hombro, tosco, molesto.

—Ya te dije que no, estoy bien, deja de insistir. Ahora solo necesito que salga un jodido medico y me diga sobre mi familia.

Es lógico que su cuerpo entre en estado de protestas por los movimientos bruscos de las últimas horas, su accidente no fue cosas sencilla ni de juego, suerte tuvo en no caerse sobre aquellas piedras de lo contrario la historia hubiera sido narrada no precisamente por él.

Sin embargo a todo eso, su cerebro solo piensa en ellos, los tres, en el terror que tiene de saberlos mal, de que perdieron al bebé, si de por sí ya a Cherise le costará unos meses reponerse de todo lo que vivió, perderlo supondría una recuperación mucho más difícil.

Un chico joven, vestido de enfermero entra en la sala solicitando en la habitación de Cherise su presencia.

No tarda en acortar la distancia maldiciendo con el dolor incesante en las costillas, en todos los huesos que resultaron maltratados en el cuerpo.

Le permiten pasar, ella está recostada en una cama, tiene oxígeno, vestida con una bata de hospital, ya está limpia, las heridas de su cuerpo curado, las internas llevaran un proceso.

—Lo ha estado llamando en el sueño, al igual que a su hija —le informa el médico responsable en cuanto ingresa, se le posiciona al lado de la camilla, con el dedo suavemente acaricia el dorso libre de una aguja.

—Estoy aquí, llamas, tranquila.

Besando su frente se vuelve al médico con mil preguntas cuestionadas en una sola mirada.

—Tuvieron suerte de llegar a tiempo, de lo contrario habría perdido al bebé —bota el aire del cual desconocía que retenía —. De todos modos se debe mantener en observación por los próximos días, el feto está muy abajo, no puede moverse o tener emociones fuertes, debe estar tranquila hasta que suba, de lo contrario tendrá que quedarse el resto del embarazo en cama si lo quiere conservar.

Está seguro que Cherise hará todo lo que tenga que hacer para que los dos estén bien, todos lo harán.

— ¿Algún otro daño?

El doctor mira la plantilla donde debe tener el historial médico de Cherise.

—Descartamos una violación en sí, si la tocaron pero no a penetración, entramos en tratamiento dentro de los parámetros del embarazo para la irritación genital que tiene, también tenemos a su disposición el equipo de psicólogo del hospital.

Por siempre mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora