Capítulo 37

1.7K 181 102
                                    

Impaciente mueve su pie contra el suelo del auto donde viaja ella y su esposo Konstantino, si solo fuera el hecho de que se halla impaciente, fuera poco, sin embargo, Cherise más que impaciente está desesperada por el tumulto de emociones que se desplazan a través de ella sin miramiento alguno.

Su corazón late a un ritmo desbocado en su pecho, eso sin contar la tensión más grande que hay en el auto, Konstantino no deja de apretar los dientes, estos que chocan entre sí y aún sin pronunciar palabra o abrir la boca se escuchan perfecto, los nudillos blancos de tanta presión que ejerce le dan la apariencia de que en cualquier momento va a explotar.

—Voy a acabarlo, lo juro —murmura Konstantino para sí mismo.

Cherise prefiere ver por la ventanilla del auto antes que enfrascarse en una discusión con él de nuevo. Suficiente tiene con soportarlo los trescientos sesenta y cinco días del año, como para escucharlo cuando está en su punto máximo de enojo.

Las calles están abarrotadas de coches, a ese paso llegarán cuando sea la hora de que el chofer lleve a Nefertari a casa.

Su Nefertari.

Presiente que de algún modo la vida tranquila de su pequeña pelirroja cambiará muy radicalmente.

¿Por qué Eros no le dijo nada sobre el regreso de Georgios? ¿Por qué nadie le había dicho que se había convertido en alguien tan frío?

Él luce como un témpano de hielo, cuando ella, la bonita mujer, la esposa del hombre que ha amado con locura sin importar el tiempo, es una mujer delicada, no es perfecta en descifrar a las personas, no obstante, de solo estrechar su mano, ella transmite una paz que te hace sentir culpable, culpable con ella misma, porque codicia lo que tiene, codicia a su esposo.

Sus ojos verdes son unos pozos de agua limpia y tranquilidad, además que para ser mexicana habla tan bien el idioma natal de Grecia.

Lógico, probablemente ella y Georgios llevan tanto tiempo juntos.

Una pizca de celos le pincha el corazón, tiempo juntos, una vida juntos, años juntos, se hablarán con la verdad, no tendrán secretos entre ellos como ella los tiene, el más pesado de todos es esconderle a Nefertari.

Tiene en su defensa algunos argumentos a su favor, no obstante, recuerda su reacción hace siete años cuando lo vio cara a cara la última vez, fue nada delante de él, se redujo a algo despreciable, Georgios no tolera la mentira, sus principios se lo impiden, para él las cosas son claras o no son nadas.

Entonces está más que pérdida en la vida, le ha dicho la mentira más grande a todo mundo, una mentira que sin duda afectará el destino de muchos, va a odiarla más de lo que lo hace si se entera que Nefertari es su hija, que durante tanto tiempo le arrebató la posibilidad de verla nacer, dar sus primeros pasos y decir sus primeras palabras.

Nunca creyó tenerle tanto miedo a alguien después de Konstantino, estuvo equivocada, Cherise ahora es consciente que debe tenerle miedo al amor de su vida.

Hace siete años los ojos que la miraban con adaptación, en cuestión de horas la pasaron a ver con aberración, ¿Qué le espera entonces?

Lo sabe, si se entera va a quitársela, en Grecia será un juicio largo, porque Konstantino se empeña en amar a Nefertari como su hija de sangre, está apegado a la niña como con ningún otro ser humano y Nefertari lo quiere, lo quiere como a su padre.

— ¡Dios! —exclama aturdida de tanto pensar.

Las palmas masajean su frente. El maquillaje, esa ropa tan cara nunca antes le había pesado tanto.

Su vida está llena de mentiras, un falso matrimonio, una falsa ella con todos esos kilos de maquillaje que lleva, los odia, se siente bien dejando sus pecas al aire libre, sin aparentar lo que no es, es una falsa su vida, incluso la vida de su hija.

Por siempre mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora