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Dimitri:

—¿Tu nena ha cenado, Dimitri?

Ignoro la pregunta, él se ríe.

—Recuerda que debemos dejar que Nicolai vea a su hija en buen estado.

Intento tomar mi mano, pero el la coge antes.

—¿Qué demonios haces?

Gregori chasquea los dientes.

—Perdóname por dudar de ti, hermanito, pero sabes cómo es esto.—Sus cejas se juntan.—No confió en ti totalmente y hasta que esa confianza completa que te tenia no regrese.

Niega con la cabeza.

—Me quedare con tu arma.

—Gregori.—Advierto.

—No hagas nada estúpido, Dimitri.









Kira:

La siguiente vez que me abren la puerta, yo retrocedo hasta una esquina, no quiero ver a Dimitri y al final no resulta ser él.

Es Gregori.

Y ahora sé que me equivoque, ambos son iguales, ya no en el físico, sino por sus motivaciones.

Gregori camina por la habitación y lo único que veo es la puerta abierta que deja detrás de él, observa la bandeja con comida y se acerca a examinarla.

—No has comido ni un bocado, cuñadi...

Ya he echado a correr, en mi reacción y estupidez voy hacia la puerta, escucho su risa y me intercepta.

—Pero qué clase de intento inútil estás haciendo, Kira.—Pronuncia, su mirada es más fría que la de Dimitri.

Me quedo helada y el camina acorralándome contra la pared.

—Te pregunte que intento inútil estabas a punto de hacer, puta.

—Apártate.—Le ordeno.

—Debo decir que me agrada mucho esta posición, así que no.—En el momento en que lo dice, pone todo su peso sobre mí.

Siento su aliento en mi rostro y giro la cabeza, Gregori me coge del mentón y me obliga a volver a la misma posición.

Las lágrimas queman mis ojos.

—¿Tienes miedo, Kira?

—Apártate, Gregori.

—No creo que estés en posición de pedir eso.—Su mano toca mi rostro y el corazón se me acelera.

Estoy empezando a entrar en pánico.

—Me pone mucho tu miedo y puedo imaginar cómo les hubieras puesto a ellos de haberse concretado todo ese día.

Él sonríe.

—Creo que yo lo disfrutare en su lugar.

—Dimitri...

—Dimitri no está, así que no tienes que preocuparte por el cuñadita.

Su tacto baja por mi cuello y a su vez su mirada también, haciendo una línea con su dedo, recorre mi abdomen y llega a la falda de mi vestido.

—No..

—Shh...—Me detiene.—Debo cobrármelas de una forma, además te tengo ganas.

Toda su mano entra dentro de mi falda y cubre mi trasero, lucho aunque resulta ser inútil y al final, él se detiene.

No por sí mismo, sino porque tiene una navaja debajo del cuello.

—Deja de tocarla.—Le ordena Dimitri.

Todavía están los dedos de Gregori en trasero.

—Soy tu maldito hermano... no creo que quieras hacer esto.

La expresión furiosa de Dimitri no cambia

—Dimi..—Gregori se detiene cuando el filo de la cuchilla roza su piel.

—Suéltala ahora, Gregori, no lo repetiré.

Lo observo tragar con dificultad y poco a poco retira la mano de mi vestido, levanta ambas manos al lado de su cabeza y Dimitri baja la cuchilla.

Gregori se relaja y deja caer los brazos.

—¿Qué demonios crees que hacías, Dimitri?

Dimitri me observa a mí, luego mira mi cuerpo, mi vestido arrugado por culpa de las manos de su hermano y se tensa.

Gregori pasa de la mirada de su hermano a mí, se ríe.

—Sabía que eras un puto traidor.

Saca el arma detrás de su cinturón y me señala con el ella, el corazón se me encoge y retrocedo golpeando la pared.

—¡Baja esa arma, Grigori!

—Oblígame, joder... —Niega con la cabeza.

—¿Acaso quieres arruinar el plan?

Gregori guarda silencio.

—Si la matas ahora no tendremos nuestra venganza.

—¿Esperas que crea que aun quieres venganza cuando estás enamorado de esta puta?

Mueve el arma en mi dirección acrecentando mi miedo.

—Ella no me importa.

—Yo veo que te importa mucho, Dimitri, te importa demasiado como para amenazar a tu propio hermano con una cuchilla.

Observo la manzana de adán de Dimitri apretarse.—No somos violadores, eso no es parte del plan.

—¿Qué demonios te importa si ella no significa nada, no? Deja que me divierta.

—Baja el arma.

Gregori se niega.

—Ya te dije que mi único propósito es que no arruines nada.

—El único que lo arruina eres tú, al preocuparte por esta puta.

—Ella no me importa.—Dice Dimitri con frialdad, nuevamente rompiéndome el corazón.

—¿No te importa?.—Se burla.

—No.

Con una sonrisa, Gregori baja el arma y mi cuerpo se relaja, el de Dimitri igual, baja los hombros como si se le quitara un peso.

—Muéstrame.

Observa confundido a su hermano.

—Muéstrame que no te importa esta zorra, Dimitri.

No sé exactamente que busca, pero solo puedo sentir miedo después de ver lo incomodo que esta Dimitri.

Entonces se gira hacia mí y soy su principal atracción.

—Muéstrame que Kira Vólkov no es nada en tu vida, hermano.

Ya no veo a Gregori, solo a Dimitri.

Y aunque no quiero creerlo, sucede.

El primer golpe llega.

Y mi verdadero infierno da inicio.

Elegida por la venganza (#8 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora